18/12/2020
 Actualizado a 18/12/2020
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La semana pasada me lamentaba en esta columna del jarro de agua fría que nos llevamos nuevamente los leoneses, sumergiéndonos por enésima vez en el pesimismo, cuando tras crearnos unas esperanzas más o menos infundadas, conocimos que la sede del Centro Europeo de Ciberseguridad nos había dado la espalda para elegir Bucarest como ubicación. Todo apuntaba a que una noticia de tal calado sería difícil de digerir por los leoneses y que nada podría animar el cierre de este nefasto 2020, pero una sorpresa nos aguardaba a la vuelta de la noticia. La elección de Astorga para ser iluminada por una conocida marca de bombones cambió radicalmente el ánimo de los ciudadanos en las redes sociales.

Más allá de que entre ambas noticias la repercusión económica y social no tenga absolutamente nada que ver ni de lejos, viene a demostrar cómo somos los leoneses. El carácter noble y austero forjado por siglos de historia regia y más siglos de clima recio, nos hace seguir avanzando mirada al suelo con un punto de conformismo y resignación por la innumerable cantidad de decepciones, pero con una capacidad de ilusionarnos e implicarnos con cualquier noticia que nos haga mirar al frente, sonreír y brindar, que solo está al alcance de los niños y de la gente buena.

La dulce noticia de Astorga también deja una cosa clara y es que tenemos paisanos que han triunfado lejos de nuestra tierra, que tienen más capacidad de trabajo, de influencia y de generar esperanzas que cualquier comisión, mesa por León u órgano colegiado.

En Astorga ha sido Dani Martínez el que ha abanderado de manera discreta pero incansable el proyecto sabiendo encabezar la candidatura sin monopolizar el protagonismo, poniendo a su ciudad y sus vecinos por delante, pero son muchos otros los que de cada “docena” de palabras que dicen al hablar, aprovechan una de ellas para León y que, por cómo somos en esta fría tierra, nunca les agradecemos lo suficiente y hay quien desde una mezcla de mediocridad, resentimiento y envidia, llega a aprovechar cualquier oportunidad para sacar la máquina de despellejarles.

Son muchos en muchos campos, pero se me vienen a la cabeza además del propio Dani Martínez, Jesús y Kike Calleja, Manolo, Óscar y Raúl Quijano, Lidia Valentín, María Lafuente, Carolina Rodríguez, Juanín, Jesús Vidal, Manolo Cadenas… leoneses y leonesas (de nacimiento o adopción) que recorren el mundo hablando de las bondades de León y a los que deberíamos reconocer más su labor de embajadores honorarios.

En mi etapa como concejal del Ayuntamiento de León tuve la oportunidad de tratar con muchos de ellos y nunca dejaba de sorprenderme que, despojados de sus focos, micrófonos y medallas, eran gente con una calidad humana admirable. Quién corresponda debería tomar nota y la próxima vez que haya que mandar a alguien a Bruselas a pedir por nuestra tierra, mejor cuente con Dani Martínez o Jesús Calleja.
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