Alfonso B&W

Bienvenido, Mr. Marcos

17/12/2014
 Actualizado a 11/09/2019
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Siempre he sido incrédulo. Y más cuando se trata de temas relacionados con la justicia. Guste o no, lo cierto es que siempre está impregnada de cierto tinte de politización. Mire usted si no la cantidad de jueces que llevan como un apellido más el adjetivo de progresista o conservador. Hay también algunos que cuelgan la toga para ponerse la camiseta de los gaviotos o los rosáceos y luego, cuando las cosas no les van como pensaban, vuelven a agarrar la balanza y el mazo como si nada hubiera pasado, como si su condición de imparcialidad siguiese plenamente vigente.

A estas dudas sobre el funcionamiento de la justicia se suma el doble rasero de los guetos de la partitocracia, que actúan de una u otra manera en función de si el corrupto es de su propia bancada o de la ajena, o incluso si son de una u otra facción dentro de las mismas siglas.

La lentitud de la justicia es otra de las lacras que complican la convivencia entre dos derechos como son la presunción de inocencia y la libertad de prensa y nuestro deber de informar a la ciudadanía.

Tiene razón Marcos Martínez cuando dice que se ha sentido condenado desde el primer momento, pero la contundencia del auto que decretaba su prisión incondicional y sin fianza le situaba en el punto de mira. Sería bueno preguntarle ahora al juez por qué ha cambiado de criterio y qué hay o deja de haber en el sumario sobre el expresidente de la Diputación. Tiene todo el derecho a explicarse y a defender su inocencia, pero es ilógico que a alguien que sigue imputado se le reciba al estilo Bienvenido, Mr. Marcos.
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