Bienhallada

14/07/2021
 Actualizado a 14/07/2021
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"Después de vieja, mandil blanco", me dijo la vecina cuando le conté que Lolo, el  dibujante que vino a hacer un mural en el pueblo y aprovechó para retratarme, me había propuesto escribir en un periódico. "¿Pues de qué coñas vas a escribir tú, Ludi?", me soltó tan airosa como es ella. Y oye, así sin más me metí para el portalón de casa y me senté en una silla que tengo ahí con las mimbres del asiento más desgastadas que la suela de las botas del mi difunto marido que todavía me pongo, como si fueran barcas, para quitar la mierda a las gallinas una vez a la semana. Siempre me siento ahí a pensar con la mirada perdida en la pared de enfrente, recién encalada como cada principio de verano. En ella tengo colgado un yugo y una cabezada con lo que aparejábamos a los animales para trabajar la tierra, para que nunca se me olvide todo lo que danzamos hasta llegar aquí. Bien recuerdo que en ese momento eché mano a las alianzas del dedo anular en el que llevo la mía y la del mi Francisco, que la mandé cortar para ponerla yo cuando se murió. Sé que hice eso porque es lo que hago cuando me gustaría sentarme con él en el escaño para tomar decisiones de mutuo acuerdo aunque después hiciera lo que a mí me diera la gana. Pensé en que él me hubiera dicho que allá yo, que soy una telarera y que le deje tranquilo. Seguro que me hubiera recordado las muchas cartas que siempre escribí a los periódicos para dar mi opinión de esto o aquello, sobre asuntos que parece que solo son cosa de esos replicantes que salen en sus páginas, señoritos de la capital que posan con corbatas y trajes de buen paño. Hubiera acabado diciéndome que si es lo que yo quiero, que adelante pero que cuide el piquito, que lo tengo más afilado que las tijeras de vendimiar, que siempre me gustó leer, escribir y contar. Era un bendito. Con que me levanté, salí por la puerta y llamé al timbre de la vecina: "Oye, guapa. Lo tengo bien pensado. Tienes razón que no sé de qué coñas voy a escribir, yo que aprendí las letras al tiempo que lo hicieron los chavalicos que crie siendo poco mayor que ellos. Pero lo que quiero cuando me pongáis la mortaja es haberlo llevado todo por delante y que diga el cura en el sermón que lo intenté todo, hasta poner remedio a esta cosa que me roe los huesos, eso a lo que el médico llama reuma pero que te digo yo a ti que esto es la puñetera soledad. Y no me repliques, ¿eh? Que me voy a poner a escribir ahora mismo a contar que después de vieja... ¡Gaitera".
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