Belleza petrificada

Hoy el viajero se acompañará en su visita por el Parque Nacional del Cañón Bryce del libro ‘El Espíritu de la Naturaleza’ de Ralph Waldo Emersonn

Alfonso y Óscar Fernández Manso
24/08/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Belleza y colorido del Parque Nacional del Cañón Bryce.
Belleza y colorido del Parque Nacional del Cañón Bryce.
La belleza es una necesidad humana en sí misma. Decía Ralph Waldo Emerson que la relación del hombre con la naturaleza se convierte en arte y no puede haber arte sin que exista un componente de belleza. ¡La naturaleza rebosa belleza en todas sus manifestaciones!
Hoy el viajero se acompañará en su visita por el Parque Nacional del Cañón Bryce del libro ‘El Espíritu de la Naturaleza’ del filósofo y ensayista estadounidense Ralph Waldo Emerson. El filósofo fue creador y guía del movimiento transcendentalista inspirado en el idealismo alemán. Su pensamiento ejerció una notable influencia en otros autores como Whalt Whitman y Henry D. Thoreau, y en la actualidad goza de una gran relevancia como precursor de la literatura de naturaleza. Un género que aspira a vincular emocionalmente al lector con la belleza de los paisajes y la vivacidad de los ecosistemas tratando de concienciarlo sobre la necesidad de su conservación.

‘El Espíritu de la Naturaleza’, publicado de forma anónima, fue su primer ensayo. Y fue la génesis de muchas de las ideas que desarrollaría en su larga vida literaria. El libro es una mirada críptica, a la vez que real, afable y trascendental a la naturaleza. En el libro Emerson presenta e intenta resolver un problema abstracto: que los humanos no aceptan completamente la belleza de la naturaleza. Él subraya que las personas están distraídas por las demandas del mundo, «la naturaleza da pero los humanos no responden».

El parque nacional del Cañón Bryce localizado en el sudoeste del estado de Utah es un lugar de belleza singular, aparentemente petríficada pero íntimamente viva y enérgica. El paisaje petrificado está dominado por los hoodoos: pináculos rocosos de formas sugerentes, enigmáticas y conmovedoras. El juego de colores de las rocas, rojo, naranja y blanco recrean increíbles vistas panorámicas. Este paisaje petrificado se refuerza con la presencia de los arboles más longevos del planeta, los pinos de Bristlecone. Junto a estas maravillas geológicas y naturales el Parque Nacional incluyen numerosas comunidades de vida y, dada su altitud y aislameinto, sus noches con fantásticos cielos oscuros son un lugar ideal para contemplar las estrellas.

Emerson explica que para experimentar la integridad con la naturaleza para la cual estamos naturalmente preparados, debemos estar separados de los defectos y distracciones que nos impone la sociedad. Emerson creía que la soledad es el mecanismo único a través del cual podemos participar plenamente en el mundo de la naturaleza, escribiendo: «Para entrar en la soledad, un hombre necesita retirarse tanto de su casa como de la sociedad. No estoy solo mientras leo y escribo, aunque nadie esté conmigo. Pero si un hombre estuviera solo, que mire las estrellas». Hoy el viajero contempla las bellas estrellas del cañón de Bryce.Emerson afirma que cuando una persona experimenta la verdadera soledad, en la naturaleza, «se la lleva». La sociedad, dice, destruye la totalidad, mientras que «la naturaleza, en su ministerio con el hombre, no es solo el material, sino también el proceso y el resultado. Todas las partes trabajan incesantemente entre sí para beneficio del hombre. El viento siembra la semilla; el sol evapora el mar; el viento sopla el vapor hacia el campo; el hielo, al otro lado del planeta, condensa la lluvia sobre esto; la lluvia alimenta a la planta; la planta alimenta al animal; y así las circulaciones sin fin de la divina caridad nutren al hombre».El viajero quiere experimentar la verdadera soledad el cañón Bryce. Bryce, no es propiamente un cañón, sino un gran anfiteatro natural formado por la erosión. Destaca por sus estructuras geológicas únicas, llamadas hoodoos (chimenea de hadas), que se formaron por la erosión causada por el viento, agua y hielo. Los hoodoos son grandes columnas naturales constituidas a base de rocas débiles, generalmente sedimentarias, cuya cima es de roca más resistente que la protege de los efectos de la erosión. Son un accidente parecido al que ocurre en las costas con los farallones, en los que también interviene la erosión marina. Los hoodoos varían en tamaño desde algunos de unos pocos metros de escala humana hasta grandes estructuras de más de veinte metros. Los minerales depositados en los diferentes tipos de roca son la causa de que ciertas chimeneas varíen de color a lo largo de su altura. Los hoodoos existen en todos los continentes, pero en el cañón Bryce es donde se puede disfrutar de la mayor concentración de la Tierra. Emerson atestigua que la belleza en la naturaleza está presente en todas sus formas y expresiones. Sería erróneo decir que la belleza solo se presenta bajo el único y definible concepto de bello. Esto no es así y cualquier forma de naturaleza transmite belleza. No solo en determinadas estaciones y épocas del año puede decirse que nos encontramos ante un bello paisaje o entorno natural, pues, de acuerdo con Emerson, incluso un cadáver en descomposición transmite belleza. En el cañón Bryce podemos comprobar como la belleza y naturaleza pueden considerase como sinónimos. «Cuando hablamos de la naturaleza de esta manera, tenemos un definido y sin embargo poético sentido en mente. Es esto lo que diferencia el pedazo de madera del leñador, del árbol del poeta. Hay una propiedad en el horizonte que ningún hombre posee sino aquél cuyos ojos pueden integrar todas las partes, es decir, el poeta».

La vegetación del cañón Bryce tiene también una belleza petrificada. Los pinos de Bristlecone (Pinus longaeva) que el viajero ha visitado son árboles muy especiales, estos árboles pueden llegar a vivir cinco mil años. Aquí en el cañón Bryce, el árbol documentado más antiguo tiene más de 1500 años (solo un jovencito). Debido al clima extremo es posible que algunos años estos árboles no crezcan en absoluto. Los pinos de Bristlecone pueden ser dos o tres veces mayores de lo que indican los anillos de sus árboles debido a esta capacidad de hibernar aparentemente durante temperaturas extremadamente frías.

Los bristlecones son un símbolo de una supervivencia pétrea. Me siento a su lado y leo de nuevo a Emerson: «En el bosque, una persona también se desprende de sus años, como una serpiente de su piel, y en cualquier etapa de su vida es siempre un niño. En los bosques está la perpetua juventud. En esas plantaciones de Dios reinan la santidad y el decoro, lucen las galas y atavíos de un festival perenne, y el visitante no ve cómo podría cansarse de todo ello ni en mil años. En el bosque retornamos la razón y la fe».

Decía Emerson que pocos adultos pueden ver la naturaleza. La mayoría de las personas no ven el sol, tienen un modo de ver muy superficial. El amante de la naturaleza es aquél cuyos sentidos, internos y externos, están todavía verdaderamente conectados uno con el otro; aquél que retuvo el espíritu de la infancia incluso en la adultez. Aquel que es capaz de sentir lo vivo incluso en lo más pétreo e inerte, que «cada detalle en la naturaleza, una hoja, una gota, un cristal, un momento en el tiempo, está relacionado al conjunto, y forma parte de la perfección del todo». Hoy la belleza petrificada del cañón de Bryce ha enseñada al viajero a ver y sentir a la vez la naturaleza.
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