09/02/2021
 Actualizado a 09/02/2021
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Cada día, incluso horas antes de levantarme, tengo por costumbre encender la radio para escuchar, frescas, las noticias de la mañana. Entiendo que, por salud física y mental, sería mejor seguir durmiendo. Por ejemplo, un día sí y otro también tenemos que oír hablar hasta el aburrimiento del tema catalán. Y hoy, dado que estamos en plena campaña electoral, se me ha ocurrido dedicarle unas líneas, consciente de que no van a llegar a los interesados ni tampoco sería capaz de convencer a ninguno y de que, por lo tanto, es una pérdida de tiempo.

Simplemente planteo algunos interrogantes. ¿Tiene sentido hoy día hablar de independencia cuando dependemos tanto unos de otros? Cataluña no sería nada si el resto de España no comprara sus productos. En la práctica no puede ser independiente. ¿Se justifica la independencia por el hecho de que, además de una legua común, se tenga otra lengua particular? Por la misma razón Galicia debería pedir la independencia.

Los catalanes, ¿tienen motivo para creerse superiores al resto de los españoles y aprovechar esa presunta superioridad para desengancharse? Eso sería, además de falso, soberbio y petulante. Si el motivo para independizarse fuera para tener más ventajas económicas, rehuyendo la solidaridad con los más pobres, sería egoísmo.

Si el empeño de romper con el resto de España, se debe al deseo de tener una administración de justicia propia y controlada para que los dirigentes sigan robando a sus anchas, eso sería indecente. Si, aun viendo cómo este proceso está llevando a Cataluña a la ruina económica, siguen con este afán, podemos llamarle fanatismo. Y, si los independentistas son nacidos en Andalucía o en León o en cualquier otra parte de España, habrá que llamarles por lo menos ridículos. ¿Y cómo podríamos llamar a aquellos que no ven más allá de su pueblo y que se creen el ombligo del mundo? Paletos.

Cuando se tergiversa la historia y se inculca así a los incautos estudiantes junto con una buena dosis de odio, nos da pie para decir que la ignorancia es lo más atrevido. ¿Qué pasaría si pudieran presumir como los de León de haber sido un gran Reino con las cortes más antiguas de Europa?

Recuerdo, de hace muchos años, a un pobre de los del saco que iba a mi pueblo a pedir y siempre decía: «¡Arriba España!» Y a continuación añadía: «El que la tiró que la levante». No cabe duda de que Cataluña ha sido un gran pueblo, todo un ejemplo de sentido común, el famoso ‘seny’. Aunque parezca una utopía, deseamos que pueda recuperarse de tanto daño hecho y de tanto tiempo perdido.
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