08/06/2022
 Actualizado a 08/06/2022
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Como verás, no me refiero a la célebre canción de Los Panchos. Creo que todos los boleros –salvo el de Ravel, que dura lo que dura...– son bastante empalagosos.

Ansiedad, como la que provoca la guerra de Ucrania de la que no sabemos ni cómo, ni cuándo acabará. Ansiedad es también ver cómo se utiliza de pantalla para ocultar unos problemas cotidianos pero importantes para nuestras vidas.

Por eso, aunque suene mezquino, el principal problema que nos afecta es la acechante pobreza –uno de cada cuatro españoles– y la nuestra propia, la de los afortunados que todavía podemos vivir en la estrechez. Si medimos el grado de empobrecimiento, diremos que es equiparable a la tasa de inflación, provocada por un desmedido despilfarro. En breve nos situarán en el diez por ciento y nuestro dinero perderá valor en la misma proporción. Para ser exactos, es aún peor, por los productos inflacionistas que no se computan. Cuando vaya usted al mercado verá cómo los precios han subido y la compra ha bajado: comprar lo más barato y en menor cantidad.

Ansiedad es la fuerte carga impositiva que soportamos (una de las más altas de la UE). Un dinero que no sabemos en qué se gasta o dónde va a parar porque lo que es en Educación, Sanidad, Justicia o servidores del orden, desde luego que no, viendo su estado de abandono. Por ser grave, lo más lamentable fue la actuación durante la pandemia –más de cien mil personas fallecidas–. Pero no queda ahí la cosa, ansiedad fue el abuso de poder que nos confinó durante meses, ilegalmente. Ansiedad en la cuestión energética, en las relaciones con Marruecos, en el fraude catalán y el enredo con la situación del Rey emérito, para agradar a sus compinches antisistema. Toda esta pérdida de tiempo nos cuesta lo suyo. Las memeces –maldita la gracia de Yolanda Díez– de los incómodos socios de gobierno, enfrentados de forma permanente con su jefe.

¿Es su problema? Sí, pero también el nuestro. El próximo ridículo de ‘Antonio’ está a punto de suceder y será en la cumbre de la Otan, que se creó precisamente, para combatir el comunismo. Me pregunto cuál será el espectáculo que estarán urdiendo los estalinistas para abuchear al Atlántico Norte.

Cada día que amanece, el prestigio del presidente está más dañado. Desde Europa, comentan que es hora de sacarle la tarjeta roja antes de que destruya la economía. Incluso su lacayo Tezanos, pronostica un nuevo descalabro en Andalucía, como en Madrid y en Castilla y León. La noche va cayendo. En su afán por el poder, Sánchez se agarrará con ansiedad al sillón, mientras sus socios van saliendo, porque ya no les queda nada que sacar.

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