Ángela Losada, presa hasta la orfandad

La historia de Ángela, que acaba de fallecer en su pueblo, Sobrado, es una de esas biografías para no olvidar, la de una de las mujeres más fieles a sus ideas y valientes para defenderlas

Fulgencio Fernández
01/03/2020
 Actualizado a 01/03/2020
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El historiador berciano Santiago Macías, especializado en la guerrilla antifranquista en la provincia de León con especial atención al Bierzo, afirmó al conocer la muerte de Ángela Losada García, el viernes: «Sin duda es una de las mujeres más valientes que he conocido».

Esboza el propio Macías unbreve perfil biográfico de esta mujer, de la que recuerda que «nació en el seno de una familia de izquierdas de Sobrado, en El Bierzo, y tras el estallido de la guerra y el asesinato de su padre, la familia al completo empezó a colaborar con los primeros grupos de huidos, que más tarde se organizarían en torno a la primera guerrilla de la posguerra».

En 1943 su madre huyó al monte con los guerrilleros y ella entró en la cárcel al ser mayor de edad y no salió hasta que su madre fue asesinada en una emboscada en 1949  Y en esta colaboración con la guerrilla hay una fecha fundamental, para toda la familia y especialmente para Ángela Losada, cuando todavía era casi una niño. Era en 1943 y la guardia civil descubre que en el domicilio de su familia están escondidos varios guerrilleros. Así lo describe el citado Macías en su libro dedicado a la figura de Girón: «La noche del 29 al 30 de octubre de 1943 siete guerrilleros se encontraban ocultos en una casa de la localidad de Sobrado, en León, propiedad de Alpidia García Moral, conocida entre los guerrilleros como Maruxa y viuda de José Losada Granja, que había sido paseado por un grupo de falangistas en Portela de Aguiar el 31 de octubre de 1936 junto a un hermano suyo, Serafín.[...] Aquella noche Ángela Losada, de apenas dieciséis años, alertó de la presencia de un numeroso contingente de fuerzas que se aproximaban al lugar. Esta vez no había denuncia alguna de por medio: los registros eran habituales en las casas de las viudas de los republicanos asesinados durante los primeros meses de la guerra, sabida la posible connivencia de estas mujeres con los guerrilleros».

Pero los guardias sí tenían conocimiento de la presencia de los guerrilleros. «Después de que llamaran a la puerta, Ángela Losada abrió para encontrarse con el teniente de la Policía Armada Agustín Nuñumer, quien preguntó a la joven si había alguien dentro. Ella contestó negativamente, pero cuando los agentes se disponían a entrar, fueron recibidos por un nutrido fuego que dio inicio a un combate».

En aquel combate resultarían muertos el sargento Argentino Heredero y el número Máximo Nogal Mata, también resultaron heridos un teniente, un guardia y dos vecinos que fueron confundidos con guerrilleros, y una mujer, Dorinda Ríos García, fue asesinada durante el combate.

No hubo heridos entre los guerrilleros, que huyeron al monte y con ellos se incorporó a la guerrilla la madre de Ángela. Ella había huido al inicio de la refriega pero «se entregó al día siguiente. Por su condición de menor de edad fue puesta en libertad, pero al cumplir la edad penal se vio condenada a ocho años de prisión, siendo trasladada a la Prisión Central de Mujeres de Amorebieta, en Vizcaya, y posteriormente a la de Segovia. Tras la muerte de su madre a manos de la Guardia Civil en marzo de 1949, fue puesta en libertad estableciendo su residencia en Sobrado», donde vivió hasta su muerte, pues la habían quemado en represalia.

No pudo, por ello, convivir con su madre Alpidia pues ella estaba en el monte y Ángela en la cárcel. Su muerte se produjo en 1949 cuando, relata Macías, «un vecino de Villasindeal que los guerrilleros habían solicitadouna suma de dinero que le habían confiado tiempo atrás, puso en conocimiento de la Guardia Civil la presencia de los fugitivos. El grupo de guerrilleros, que preparaba una inminente salida hacia el exilio, eran antiguos hombres de la Federación de Guerrillas de León-Galicia: Abelardo Macías Liebre, Oliveros Fernández Negrín, Hilario Álvarez, Victorino Nieto y una mujer, Alpidia García Moral Maruxa, compañera de este último. Recibida la confidencia el comandante Arricivita se puso al mando de un numeroso grupo de guardias civiles y también fuerzas de la Policías Armada». Los guerrilleros estaban confiados en el pueblo, donde era conocida su presencia y fueron sorprendidos. Sólo Victorino Nieto y Negrín lograron ponerse a salvo. El resto del grupo cayó bajo el fuego cruzado de la Guardia Civil. La única mujer que componía el grupo, Maruxa, fue detenida con vida y ejecutada delante de algunos vecinos de Villasinde. Sus cadáveres fueron conducidos a las afueras del cementerio municipal de Vega de Valcarce, donde les enterraron en una fosa sin nombre» en una acción con evidentes tintes de escarmiento.

Con la muerte de su madre Ángela Losada fue puesta en libertad y pudo regresar a su pueblo, donde a pesar de todas las tragedias que le había tocado sufrir se siguió manteniendo fiel a los principios que había defendido toda su vida, y por cuya defensa tantos pasajes crueles le hicieron vivir.
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