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Ando alto contra el mundo

02/08/2020
 Actualizado a 02/08/2020
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Santiago ‘El Pastor de Argovejo’ -que era quien mejor definía el cabronicio que asola al mundo- cuando la mala hostia le arramaba por arriba cogía la pistola de la mesita, se la ponía al cinto, calaba bien el sombrero para que se le distinguiera por el bigote y no por el fuego que echaba por los ojos y marchaba a pirulear la comarca tomando vinos.

Cuando el vecindario reparaba en que iba armado le preguntaban por los motivos de exhibir el Colt 45 pese a la negativa del cabo -el sheriff, en su versión- a que se exhibieran armas en su territorio.

- ¿Es grave la cosa, Luki? (tambiénse hacía llamar Lucky Luke cuando salía a la calle en modo enfadado).

- No sé si es grave, pero yo ando alto contra el mundo.

Que ya es mucho decir, andar alto contra el mundo es que avionaba tiempos de mucho cabronicio, que ya sabéis cuál era su teoría matemática: «Mira, lo mejor es que haya plagas de topillos porque está demostrado que la suma anual de topillos y cabrones es una cifra fija; si bajan los topillos suben los cabrones... y al revés». E iba más allá en la búsqueda de soluciones: «Yo solo conozco una solución, que todos los ayuntamientossaquen la plaza de capador».

No sé muy bien la relación, pero la intuyo. El caso es que hay años que el cabronicio acampa a la entrada de los pueblos y el ambiente está cargado. Y este año, por unas cosas y otras, la verdad es que aviono que hay más humo que cuando fumaban en los bares.

Habrá que rebajar tensiones. Igual es que mejor que aplicar las tesis de Santiago hay que quedarse en las de Enrique Zapico, mucho más diplomático, que cuando la cosa se encabronaba daba el diagnóstico: «Estamos enlobeciendo, matamos y no comemos la carne, como el lobo». Mala cosa.

Que andamos altos contra el mundo
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