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Amantes de tablas

10/02/2019
 Actualizado a 11/09/2019
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Como dentro de nada llega San Valentín, quiero dedicar esta columna muy especialmente a unos amantes tipo Teruel, los amantes del Excel. Todo fanático del resto del paquete Office tiene su corazoncito, así que otro día daremos estuco a los que se pirran por el Power Point.

Los amantes del Excel son gente que mira por encima del hombro a los practicantes que hacen un uso elemental de ese programa calculador. Son gente que murmura a la espalda de los otros:

«Dice que chana mucho de Excel, pero solo sabe hacer macros. ¡No sabe programar en Visual Basic!». ¡Qué angelitos más entrañables! Es gente que cree que el Excel es la solución a todos los problemas profesionales, y seguro que también a algunos sentimentales. Gente que si leyese el último consejito que da el New York Times en su adictiva sección ‘Smarter living, «gasta más en aquello que más uses, pues te procurará más bienestar», montaría una tabla de Excel para calcularlo. Tantas horas de colchón, tantas de coche, tantas de zapato de tacón, tantas de alfombra persa en el salón.

Hay puestos de trabajo en los que previamente a la firma del contrato hay que pasar un examen de Excel, pero no es una prueba de pericia informática. Es una prueba del valor de los solicitantes. Porque está comprobado que eso da más miedo que encontrarse de frente a Albert Pla una noche ventosa en un callejón de Porto Pí. Y si de revelaciones mallorquinas se trata, hay que aclarar que ninguna tabla, me temo, hizo Miquel Barceló para diseñar su capilla de la Catedral de Palma. Y allí se alza preciosa y apabullante la cerámica sobre la multiplicación de los panes y los peces como imperiosa sección de ola gigante que es. Por el contrario, tablas de Excel a tutiplén se debieron de hacer en Caja España y les han quitado hasta el toro de Santo Domingo.

El Excel ejemplifica a la perfección la burocratización del mundo y que la estadística campa a sus anchas. Y aun seguirá inundándonos más todavía cuando el relevo definitivo del Access lo tome el Hadoop, esa herramienta para la gestión del Big Data. Sí, se basan en un tipo de pensamiento lógico, pero, ¿qué hay de los sesgos en los que cae quien elabora las tablas o las bases de datos? Y ¿qué hay de lo turras que se ponen los ositos orgullosos que te enseñan la última fórmula genial que han desarrollado?

Pero no sé, no sé, igual dejo de leer esa seccioncita ligera del New York Times y empiezo a pedirle consejos semanales a mi colega. Porque me quedé bobo al escuchar que su pasión por el Excel le llevaba a decirme muy sentido cuando le entrevisté para este pasquín amoroso: «Cualquiera puede hacerlo mejor, siempre que cuente con esa herramienta, y ganas por estar perfeccionando siempre sus tablas».
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