23/06/2021
 Actualizado a 23/06/2021
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Hacía un montón de años que no visitaba Almanza, desde una tarde de Viernes Santo en la que tuve ocasión de presenciar las sobrecogedoras Caídas del Nazareno. Y el otro día me acerqué hasta allí –esta vez no fue por asuntos semanasanteros, pero queda pendiente para otra ocasión–, entre otras cosas para visitar la exposición ‘El legado de nuestro pasado’, una muestra de objetos relacionados con la agricultura, la ganadería, el hogar… –la vida, en definitiva– de nuestros pueblos hasta no hace tanto tiempo.

Si tienes ocasión –estará abierta los fines de semana, tanto por la mañana como por la tarde, hasta el próximo 18 de julio–, no dejes de pasarte por allí. Se encuentra en la Torre del Reloj, uno de los elementos más característicos de la localidad que, ya de por sí, merece la pena conocer; es más, bien puede servir como ‘photocall’ desde el parque aledaño, en donde unas grandes letras de colores forman el nombre del pueblo. La torre fue construida sobre una mota –desde donde hay muy buenas vistas, dicho sea de paso– en 1947, con la participación de los vecinos; y se restauró hará un par de años. Y te aseguro que las campanas funcionan perfectamente, que justamente estaba yo en esa planta cuando comenzaron a tañer a no sé qué hora… ¡Menudo susto…!

Exposición al margen, da gusto pasear por Almanza, especialmente por su parte medieval –en la que hasta el suelo es distinto, de color rojizo–, en donde destacan el arco gótico, la muralla o los restos del castillo-palacio. Forman parte de la denominada ‘Ruta Villa de Reyes’, en la que diez ‘libros’ –columnas con paneles informativos– dan a conocer algunos de los hitos más relevantes de su historia. ¡Ah! Y merece también la pena acercarse hasta el puente medieval, sobre el río Cea, en la salida hacia Puente Almuhey.

Me llamó la atención, por cierto, una rosa de los vientos pintada en el suelo. Y se me ocurre que, por allí, también pegaría bien un reloj de Sol. Con su explicación astronómica, claro. ¿A que no es mala idea?
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