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Albarda, sobre albarda

15/03/2021
 Actualizado a 15/03/2021
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La vida es el relato. Cada uno construye el suyo minuto a minuto y en ese novelar la propia existencia, algunos nos imaginamos, nos proyectamos continuamente, como si escribiéramos un guión para nuestro destino.

1. Salón con biblioteca, escritorio y cortinones. Interior. Primera hora de la mañana. Mirantes entra con un rictus de poeta. Coge una estilográfica, pero está atascada, retira la carcasa y al tratar de extraer el cartucho de tinta, explota y mancha todo.

Entra Elena (resignada): Sí que es un poema, sí.


Ejemplos mucho más clásicos y grandilocuentes se pueden ver continuamente en las redes sociales, siempre envueltos en ciertos aires de misterio.

«Ella no es de hielo, pero no arde con cualquiera», sobre un posado estereotipado.

«Los campeones se forjaron con el sudor de cada día», en cualquier gimnasio de España.


Yo creo que el género depende del ánimo, por ello últimamente se hace difícil escapar al melodrama, aunque algunos lo ponen difícil con la constante comedia que se viven en algunas instituciones. Y eso que el escenario actual es de puro y duro documental, de los crudos. Con las voces de los protagonistas de a pie mezcladas con las de los despachos, sin artificios, donde los hechos y las personas son quienes llegan a la médula del espectador.

2. Declaraciones en un micro que quedó abierto sobre imágenes de las colas del hambre y de varias sedes del Sepe.

Parece que hoy la historia aboca al blanco y negro, con escenas aceleradas y gran dramatismo.

3. Suena ‘Resistiré’ del Dúo Dinámico, mientras cientos de vecinos de una misma calle aplauden y se lanzan besos de unas ventanas a otras.

Al final, después de darle vueltas, uno mismo se da cuenta de que el relato se vuelve profundo, pero que otros lo han escrito antes.

4. Mirantes, de espaldas a la bilbaína. La Tía Erótida, sentada en el escaño, se dirige a él: «Albarda, sobre albarda, y sobre las albardas, un borrico».
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