Agua para un ministro bueno

06/12/2018
 Actualizado a 14/09/2019
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Vino a vernos el ministro bueno, el que nadie cuestiona, el que vino detrás del ministro malo, el que todos cuestionaban. La verdad es que algo debe estar a punto de pasar para que venga a vernos un ministro o ministra cada día. O no tienen más que hacer, que no parece.

O huyen de la quema, que pudiera ser, y para lugares tranquilos no lo hay mejor que éste, que ya lo decía el obispo que no quería una Fasa que llenara la provincia de obrerotes, con la cantidad de pecados que dicen. Y hacen.

Viendo la imagen bien podía parecer el inicio de una obra de teatro actual, tan minimalista, o una performance, tan del Musac aunque el acto no fuera allí.

Y la presencia del ministro bueno cumplió con el papel de obra de teatro; nos entiende, nos quiere, le gusta el Emperador, fue un honor para él estar junto a Gamoneda y recordar que les siguen haciendo la puñeta a los escritores jubilados... pero al «¿qué hay de lo nuestro?» me da la impresión que dio las mismas soluciones que si hubiera venido el ministro malo, aunque los ministros de Cultura siempre tienen su aura luminosa.

Y si era una performance pues igual le querían recordar al ministro bueno que llevamos toda la vida poniendo el agua que necesitan los hermanos que tienen sed, sean de donde sean, pero nadie se acuerda de que también nosotros tenemos sed de tantas cosas que no son agua. Pero como si nada.

Nosotros ponemos el agua. Ellos nos devuelven las sombras. Salud.
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