Imagen Juan María García Campal

Adiós, verano, adiós

15/09/2021
 Actualizado a 15/09/2021
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Aunque el que me despida del verano hoy, a una semana de su fin, canta de qué les escribiré (qué temeridad esta seguridad de existencia y presencia) el próximo miércoles 22, día en que, a las nueve y veintiuno de la tarde llegará, oficialmente, el otoño, aunque las hojas del reloj de algunos árboles marque ya otro tiempo; me tomo tal anticipo pues uno, por primaveras, ni está ni se encuentra ya en su estío y sí se siente cada día más otoñal. Otoñizo al que no se le debe buscar simbología vital alguna pues, de siempre y sin saber el porqué, ha sido y es el otoño mi estación preferida.

Pero dicha preferencia no significa animosidad alguna hacia el verano, por eso he de decir que me encanta la demorada lentitud con que se viene, o se va, despidiendo de nosotros. Ese hacerlo así como sin querer, delicadamente, como a pocos, haciéndonos más conscientes cada día de la que es su naturaleza desde su llegada, allá en la noche más corta del año, es decir: la merma de su luz, segundos o minutos matutinos a segundos o minutos vespertinos.

Y cómo no agradecerle el que desde mediados de agosto y aún más en septiembre también el verano nos regale esa modificación de nuestro lenguaje mañanero de forma tal que vamos diciendo del agradable frescor de las tempranas horas desde el agradecido «qué fresquín más rico, da gusto», al «hoy parece que hace un poco de fresco» y, de ahí, al «coño, hoy ya más que fresco, diría yo que ya se está poniendo frío». Y con ella, cómo vamos sumando vestimenta a nuestro temprano disfrute callejero, desde hacerlo a blusa o camisa descubierta a afrontarlo amparados en un chal o liviano chaleco y, a pocos amaneceres, pasar a arroparnos con el prudencial uso de una ligera chaqueta o cazadora.

Nadie se entristezca pues porque se vaya el verano. Por más que a algunos puedan preocupar y hasta amargar las economías que les supondrá el incomprensible tarifazo eléctrico no olvidemos los fuegos que nos asolan y, aún menos, el gélido y paralizante frío que sin duda sienten ya en cuerpo y alma, en sus rotas esperanzas de futuro, miles de niñas y mujeres en el Afganistán talibán.

No, no se extrañen de este temprano adiós al verano, esa época del año en la que –decía Mark Twain– hace demasiado calor para hacer las cosas que no se hacen en invierno porque hace demasiado frío. Comprenderán que madrugue en él pues es mucho lo que he de hacer este próximo otoño.

Además, en nada, de nuevo aligerados saldremos a las calles y a las alamedas.

¡Salud!, y buena semana hagamos y tengamos.
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