Adiós a la cara socarrona y amable de la vieja hostelería

Rogelio Flórez, un clásico de la hostelería leonesa desde las mesas de su Restaurante Luisón de Villaobispo, falleció esta semana a los 87 años. Rogelio era famoso tanto por la excelente cocina casera del bar como por sus bromas blancas, sin ninguna maldad

Fulgencio Fernández
20/02/2022
 Actualizado a 20/02/2022
Un rostro inconfundible y una mirada propia y genuina, la de Rogelio después de alguna de sus bromas que se convirtieron en leyenda. | L.N.C.
Un rostro inconfundible y una mirada propia y genuina, la de Rogelio después de alguna de sus bromas que se convirtieron en leyenda. | L.N.C.
Mira la foto y ahí está el espejo del alma de Rogelio el del Luisón. Un gesto amable, una sonrisa pícara, unos ojos atentos a todas las necesidades de los clientes... después de alguna broma de las suyas, que también a eso se iba al Luisón, a ver si eran verdad las leyendas urbanas sobre sus dueños. Aquellas que contaban que pedías un café solo y te dejaba una taza con su café, ni platillo, ni cuchara, ni azúcar... "Ah, ¿que quiere cuchara y azúcar? Pídalo, se lo traigo ahora mismo, como dijo café solo".

La bola fue creciendo y siempre se cuenta aquella de cuando pidieron más leche y metió una vaca desde la huerta. "Sírvase la que necesite".

Habría mil más. Hechas con tanta tranquilidad, con ese gesto tan cercano que a nadie se le ocurrió jamás intuir ninguna maldad en aquel Rogelio que perdió el Manuel de su primer nombre y el Flórez del apellido para ser "Rogelio el del Luisón" que, además de ser el nombre de uno de los grandes clásicos de la cocina casera al lado de León era la herencia del patriarca de la saga que era un Luis tan grande que pedía ser Luisón.

Rogelio en la cercanía, Eloina a los fogones, allí a la vista de todos para que disfruten, hicieron crecer aquel lugar, aquel viejo caserón de Villaobispo que nunca dejó de ser pueblo y cercanía. Y buena mesa. Cada cual buscando su plato preferido: manos de cerdo, callos, pulpo...

Rogelio se ha ido, su recuerdo no y el Luisón tampoco pues igual que él tomó el testigo del padre grande que fue Luis, Manuel y Mercedes también mantendrán el recuerdo, el caserón, el buen hacer a los fogones... y deberán ir preparando alguna broma, que también es plato de la casa.

El dibujante Fer acudía cada año a este mesón con un grupo de amigos catalanes que traía a pescar.
- Son catalanes; le ‘picaba’ Fer.
- Tranquilos, sabemos idiomas.
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