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Ademaristas y conquenses

05/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Me ha salido un bolo, como se dice ahora, para pasados unos días. Me preparo, pero previamente caminaré, bueno, lo de caminar es un error, nada de nada. Un confortable autobús me llevará a la Ciudad Encantada de Cuenca con la misma finalidad que la de mi amiga palentina Socorro Morante, decidida a última hora a comprarse un utilitario y pisar pedales aunque sólo sea para ir de León a la feria a Saldaña o a la Virgen del Camino a solicitar ayuda.

Pero bueno, me estoy distanciando del meollo de este comentario porque no he nombrado para nada a la museística Cuenca adonde me dirijo un tanto desilusionada . Pues mi Abanca Ademar del alma acaba de empatar en casa el día 26 de este soleado marzo con el Liberbank Cuenca donde se halla el toledano Ángel Montoro, ‘producto’ del Ademar, con sus impresionantes dos metros doce unidos a sus 30 años a cuestas, emigrado al Barcelona sobre todo por cuestiones crematísticas, luego al extranjero y ahora aquí como lateral derecho con no demasiado éxito.

Que sí, que este partido al alcance de la mano todavía me ha ‘enemistado’ un poco con la bella ciudad de las Casas Colgadas, aunque bien pensado no tiene la culpa de que su equipo balonmanístico nos haya puesto cuesta arriba el segundo puesto en la Asobal, aunque todavía él sigue detrás de nosotros pese a este partido muy igualado donde uno de los árbitros fundamentalmente, García Mosquera, inclinó descaradamente la balanza hacia ellos, lo que le proporcionó el silbido unánime del público en múltiples ocasiones incluso al cierre del encuentro cuando se dirigían al vestuario. A ver si los dioses pueden venir en nuestro auxilio.

Pero como al evocar con detalle el partido entre los del alcalaíno Rafael Guijosa Castillo y los entrenados por Lidio Jiménez Carrascosa igual se me sublevan en demasía los ánimos pongo un salto para comentar que por segunda vez (la primera fue brevísima), bien cercanas la Semana Santa y las elecciones generales visito Cuenca casi como una ‘debutante’. Su relato para otra ocasión queda. La acostada será breve. Seguro. La noche con su mano oscura me alcanza. Enmudezco creyendo que la galaxia más próxima a nosotros es la Nube de Magallanes Mayor. No me equivoco. O eso creo.
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