26/04/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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Pues llegó el momento definitivo… En solo dos días podremos decidir en las urnas nuestro destino inmediato y el futuro de nuestro país para los próximos años.

A día de hoy aún se puede pedir el voto para alguno de los partidos que concurren, pero lógicamente no lo haré, aunque muchos de ustedes podrán imaginar el sentido de mi voto.

Me limitaré a indicarles que la situación política, económica y social es tan delicada, que votar es casi una obligación, un ejercicio de responsabilidad hacia la sociedad, hacia sus familias y hacia ustedes mismos.

El lunes será tarde y de nada valdrán los lamentos.

Estamos hablando de la estabilidad de España, de la prosperidad económica, del error imperdonable de repetir el mismo camino hacia la próxima crisis, de sus empleos, del futuro de sus hijos, del bienestar de sus nietos.

Voten, pero voten con cabeza y ese día dejen a un lado el corazón. Sean reflexivos, no hagan caso de promesas grandilocuentes vacías y populistas de imposible puesta en práctica. Les puede gustar ‘la música’ pero la ‘letra’ también debe acompasar.

Piensen que un país no deja de ser como una familia. Como una gran casa en la que convivimos millones de personas y que al final lo que vale en la gestión doméstica y en la nacional, es el sentido común y la responsabilidad.

Cada miembro de la familia se comporta en base a unas reglas comunes que garantizan la convivencia. Si uno de los hijos quiere actuar por libre e imponer unilateralmente sus propias normas, se le corrige. De nada sirven discursos cargados de ‘buenismo’ apelando a la negociación y el equilibrio de fuerzas como algunos pretenden aplicar con la unidad de España.

En una economía doméstica miramos al milímetro lo que ingresamos y lo que gastamos. A nadie se le ocurriría poner una asignación económica a cada miembro de la familia que excediese lo que la suma de los miembros ingresa. Apliquen ese razonamiento a la política. Cada vez que nos venden una supuesta mejora social, debería venir acompañada del plan de ingresos y crecimiento que lo va a sufragar, si no, están jugando con su dinero presente y futuro.

No se dejen engañar. Cada vez que le dicen que podemos vivir mucho mejor subiendo los impuestos a los ricos, al final ustedes van a ser considerados como ricos y serán a ustedes a quienes les apliquen un buen rejón impositivo.

Pensemos en el futuro, dejemos ya de una vez las dos Españas. Cada vez que los políticos reviven los fantasmas y los dramas de nuestro pasado, no quieren lo mejor para ustedes, quieren lo mejor para ellos.

Votemos. Votemos con ambición y esperanza. Con la ambición sana de querer mejorar nuestras vidas y la esperanza de volver a recuperar la prosperidad que una vez tuvimos.
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