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A la Virgen de la Cueva

21/04/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Que nunca llueve a gusto de todos es un lema que en la tierra de los dos bandos tenemos bien asumido. Las únicas precipitaciones sobre León en los últimos días han sido en forma de turistas, para celebración de unos y estrés de otros. La Semana Santa ha vuelto a llenar las calles de ambiente y de papones. Contentos estarán este año después de comprobar que no eran sus capirotes los que pinchaban las nubes para que siempre lloviera cuando sacaban los santos a la calle. Lo único que ha caído del cielo –o subido– esta vez han sido Pepa Pig, Bob Esponja y compañía, en forma de legiónglobos de helio.También llueve en el Bierzo, donde el agua se ha fundido a negro convirtiéndose en ceniza –otra vez, y ya van tantas que hemos perdido la cuenta– y del único lugar del que sale cristalina es de los ojos de los que ven como sus montes, sus orígenes y su futuro se convierten en pasto de las llamas. Pero abril está empeñado en convertir en erróneo su refrán más reconocido y hacer pleno en sus treinta días: ni una gota. Y, si se lo ha propuesto, va por buen camino. Quedan nueve días y el cielo no tiene intención de cubrirse mientras que el más afectado, el campo, desespera y echa las últimas cartas a los milagros: que procesionar a la Virgen del Castro atraiga la lluvia, porque si hay que esperar a San Isidro... Solo queda cantar –cuanto más alto y peor, mejor– a la Virgen de la Cueva el ‘que llueva, que llueva’ y seguir mirando al cielo.
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