17/11/2019
 Actualizado a 17/11/2019
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A pocas horas de las elecciones, el periodista Jordi Évole confesó que «dos personas de la confianza de Pedro Sánchez» le dijeron, en una conversación informal durante el mes de junio, que «por qué estaba tan seguro de que iba a haber Gobierno». Esta revelación generó todo tipo de comentarios en redes sociales, desde llamarle «fariseo» o «vocero» hasta agradecerle «su profesionalidad, valentía y humildad». Reconozco que a mi también me hizo pensar cuando lo leí, pero lo único que se me pasaba por la cabeza (y a día de hoy sigo sin haber encontrado una respuesta a ello) es: «¿Por qué ahora y no hace cinco meses? ¿Era el único que lo sabía?»

No pongo en duda la palabra del catalán, pero considero que la situación político-social del país podría haber sido diferente durante este medio año si hubiera informado de ello en cuanto lo supo. En numerosas ocasiones, la información necesita ser trabajada (obtención de datos, declaraciones, causas y consecuencias que ayuden a conformar una historia completa) antes de que salga a la luz, pero en este caso concreto no termino de ver el sentido a no haberlo dicho en junio. ¿Cómo hubiera reaccionado la sociedad al saber que las elecciones de noviembre eran una estrategia y no el resultado de unas negociaciones fallidas? ¿Se habría visto Pedro Sánchez forzado a formar Gobierno? ¿Cuántos problemas nos hubiéramos evitado de haber sido así? Mil preguntas sin respuesta que surgen, como no, a destiempo.

Pero no quiero echar la culpa de todo a Jordi Évole. Primero, porque él, al igual que el resto, también se ha visto afectado por estas estrategias que nada solucionan las preocupaciones reales de la ciudadanía. Y, segundo, porque estoy completamente segura de que no era el único que lo sabía. Al menos, aunque lo hiciera horas antes de las elecciones, él ha tenido la decencia de confesarlo. Al evidenciar este suceso, también ha visibilizado (aún más si cabe) la estrecha relación entre políticos y medios de comunicación; un tándem cuya única finalidad, al menos últimamente, parece ser crear problemas a un ‘pueblo marioneta’ para luego actuar como héroes proporcionándoles, obviamente a destiempo, también la solución.
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