Y León volvió a respirar culturalismo

Contracrónica | La ciudad se volcó de nuevo con la Cultural a pesar del resultado en un partido en el que el Madrid no tuvo piedad ni de la hora del bocadillo en un homenaje al incondicional

J. A.
27/10/2016
 Actualizado a 18/09/2019
El bocadillo es el gran clásico de los partidos nocturnos intersemanales
El bocadillo es el gran clásico de los partidos nocturnos intersemanales
Muchos culturalistas sufrían en los días previos al partido que ayer enfrentó a su equipo con el Real Madrid por el hecho de acudir a la que es su casa, el Reino de León, y sentirse como la afición visitante. La visita de uno de los grandes del fútbol nacional suele conllevar una presencia importante de gente que habitualmente no suele acudir al fútbol y lo hace en esta ocasión atraída por ver de cerca ya no a futbolistas, sino a personajes famosos que cada día salen por la televisión.

Ni mucho menos ocurre esto solo en León, sino también en la mayoría de estadios de Primera División en los que a pesar de competir casi al mismo nivel que los Madrid o Barcelona una parte importante de la grada celebra los goles del equipo visitante dejando de lado al equipo local.

Sin embargo, ayer la ciudad sorprendió para bien a los más escépticos y demostró que pese a todo, León fue, es y será culturalista. Porque a pesar de la expectación con el equipo de Zinedine Zidane en las horas previas, ya desde la salida al calentamiento del conjunto merengue el ambiente fue totalmente hostil con el equipo visitante, pitando la alineación del Real Madrid en una gran mayoría y para nada celebrando los primeros tantos de los merengues. Eso sí, con el partido ya decidido fue inevitable escuchar aplausos a los tantos de Asensio o Nacho.

La grada de animación no abandonó el estadio hasta que su equipo, goleado, salió para ser de nuevo ovacionado Los que no aplaudieron seguro fueron los en torno a 3.000 habituales del municipal leonés, que después de penar para lograr su asiento habitual saliendo como los grandes damnificados de todo el proceso de venta de entradas, cogieron con pinzas aquello de que este era «un partido para disfrutar».

El sufrimiento en las caras de los incondicionales en los sucesivos ataques del Real Madrid, ni uno sin peligro, fue el panorama habitual en la grada, especialmente en un fondo sur que lució como nunca y tampoco dejó nunca de animar. «No me falles Leonesa, yo nunca te he fallado» rezaba el lema de una pancarta gigante desplegada por la zona de animación. Un ambiente muy pocas veces visto en el Reino de León que no evitó tampoco complicaciones en el tráfico en las horas previas y comentarios jocosos entre vecinos de grada apelando a la mala suerte histórica de su equipo: «Si me tengo que comer este atasco cada domingo mejor que no subamos».

Una afición para la que, a pesar del sufrimiento, este partido era todo un homenaje. Un día para recordar aquellos en los que se salió a la calle en busca de una solución para un equipo más muerto que vivo, en el que los periódicos titulaban con la defunción del club de sus amores, en el que se confirmó un descenso administrativo que llevaba a dos años en el infierno, en el que se viajó a un pequeño pueblo de Jaén o en el que se ascendió en Oviedo.

Demasiadas pocas alegrías para una afición que difícilmente puede disfrutar viendo a su equipo caer goleado, pero que se merecía verle al menoscompetir contra el campeón de Europa, algo que hizo en unos últimos minutos vibrantes en los que estalló siendo consciente de que si esta imagen se repitiera durante la liga tanto en el campo como en la grada, pocas opciones habría de que a la Cultural no le esperara un mejor futuro deportivo.

Pero lo cierto es que enfrente estaba un rival que ni mucho menos se prestó a aumentar el homenaje al incondicional. El Real Madrid no respetó ni la clásica hora del bocadillo (el verdadero clásico de los partidos intersemanales) en el feudo leonés, con un gol nada más regresar del descanso que pilló frío a todo el estadio. Zidane no quiso reavivar ningún fantasma del pasado y apostó por un once que a buen seguro lucharía por puestos europeos en la Primera División. Rotaciones, pero en las que cualquier jugador tendria hueco asegurado en la élite del fítbol europeo.

Era día de cambios, sí, y una de las más notorias para los aficionados culturalistas fue sin duda el cambio de ‘speaker’. Un pequeño susto la semana pasada apartaba a Marco Antonio Izquierdo de la ‘convocatoria’ para ayer, pero a pesar de lo reciente del problema la habitual voz de la Cultural no pudo evitar saltar al césped no solo a dar consejos a su relevo en el partido de Copa sino que tampoco se pudo resistir a dejar su sello animando con unas pocas palabras a las huestes culturalistas.

Una hinchada que demostró su fidelidad haciendo salir a sus jugadores para ovacionarlos una vez terminado un partido en el que habían caído por 1-7. Pocas palabras más hacen falta. Pasar de ver como tu cub desaparece a caer goleado por el campeón de Europa cambia la perspectiva.

El cántico estaba claro: «Que sí, joder, que vamos a ascender». La batalla de verdad continúa el sábado en El Sardinero, y eso será una historia bien distinta a la de ayer.
Lo más leído