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Vuelve el Gran Carnaval

03/10/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Si hay una película que me ha dejado hecha polvo esa es El Gran Carnaval, de Billy Wilder. Lo cierto es que no me he atrevido a verla otra vez. Los accidentes mineros son una cuestión a la que cualquier persona nacida en las cuencas, como es mi caso, es altamente sensible. Eso, y la combinación con ese periodismo sucio que siempre existirá, como existen tantas otras cosas vergonzosas que se perpetúan en cada época, hace de la cinta del genial Wilder toda una lección -y advertencia- de vida.

Las promesas de salvación que el periodista Charles Tatum (Kirk Douglas) le hace al hombre atrapado en el túnel son las mismas que los políticos empiezan a susurrar a la minería cuando llega ese otro Gran Carnaval que son las elecciones. Con idéntico resultado: uno gana popularidad y tiempo mientras el otro lo va perdiendo camino de una muerte inevitable.

Rajoy llegó esta semana en AVE a León y prometió apoyo para las cuencas. Es parte de una mascarada cuya propiedad no ostenta en exclusiva, sino que viene de antruejos anteriores.

Entiendo, siguiendo la idea carnavalesca, que hay que agitar la carraca cuando llega la cita con las urnas y hacerse oír. Pero no estaría mal que algunas de esas promesas fueran tatuadas en la tripa de los candidatos, para que las vean cada vez que se duchan, a solas con sus vergüenzas. Y además, preparados, las elecciones son el 20 de diciembre. No sé cómo tendrá entonces Rajoy las peladillas. Las mías ya han caducado.
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