Vete a ver si no...

14/06/2017
 Actualizado a 15/09/2019
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Vete a ver si no maldijo mil veces la idea de llevar los zapatos rojos a la boda, aquellos zapatos que compró antes de saber que venía una ola de calor, que se le hinchaban los pies, que iba a salir de copas, a caminar en la noche.

Vete a ver si a la maldición mil y una cogió y se los quitó, los tiró al aire sin mirar para atrás y marchó feliz y descalza, sin sentir ningún dolora mayores en aquellos pies ya doloridos. Ni siquiera volvió la mirada para ver dónde caían ni para responder a los vacilones que le insistían: «Señorita, señorita, que se le han caído los zapatos».

Vete a ver si al zapato derecho, que esconde medio cuerpo, no se le rompió el tacón y ella se cansó de andar torcida para intentar caminar a derecho, como aquellos chavales que no llegaban al sillín de aquellas viejas bicicletas que decían «de hombre» ydaban pedales por debajo de la barra colocando el cuerpo retorcido y atravesado. Vete a ver...

Vete a ver si, una vez más y van muchas, no comprobó que el día que estrenas zapatos acabas maldiciendo a todos los zapateros y a todos los paisanos que hayan nacido en Elda, por extensión de la mala leche que sientes contra esos zapatos nuevos que te están dando la noche.

Vete a ver si no le contaron que existe una casa libre de wi-fi y sin cobertura que se llama ‘Mil madreñas rojas’ y dijo: «Allá voy». Vete a ver.
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