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Una segunda oportunidad

11/03/2019
 Actualizado a 13/09/2019
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Mi generación y un par de ellas anteriores a la mía, y por supuesto las que vienen detrás somos de la escuela del usar y tirar. De utilizar y liquidar cuando ya no nos sirven los objetos, pero también hacemos lo mismo con las personas. Ya sé que suena duro y poco humano, pero estoy convencido de que en el fondo me da la razón de que nuestra sociedad es en todos los sentidos una maquinaria de explotar materias primas, generar mercancías, producir bienes de consumo, vender más, tirar a la basura y vuelta a empezar para favorecer el crecimiento económico.

Hablaba de todo esto el fin de semana en una feria que busca, precisamente, dar una segunda vida a los objetos. En este caso, aperos de labranza y maquinaria que están en buenas condiciones pero no son de última generación porque, si no lo sabe se lo digo yo, que en los últimos diez o veinte años la transformación de la maquinaria agrícola ha cambiado una barbaridad. Y nada tiene que ver un tractor o un remolque del 2019 con el que usaba su padre o su abuelo en los setenta o los ochenta.

Al fin y al cabo el caso de los aperos del campo son chatarra que se puede recuperar como tal, pero volviendo a lo de usar y tirar, las cifras en cuanto a consumo de recursos dicen que cada ciudadano europeo consume de media 14 toneladas de materias primas al año y genera otras cinco de basura. Eso teniendo en cuenta que una gran mayoría no pisamos jamás un sitio de esos de comer donde todo va empaquetado y sobre empaquetado en los que cuestan más los plásticos, cartones y papeles que usan de envoltorio que los supuestos alimentos.

Lo más penoso de esta historia no está en que todo sea susceptible de usar y tirar, desde los pañuelos de papel con los que comenzó la tradición de utilizar y a la basura hasta la ropa concebida para una vez y al vertedero. Lo peor es la repercusión que esta cultura tiene en otros aspectos de la vida y la facilidad que tenemos para no dar una segunda oportunidad a un perro, una planta o la pareja si estos ya no cubren nuestras expectativas. Incluso si de una manera simple y categórica consideramos que se han ‘gastado’ con el uso.
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