Un viaje al pasado

07/10/2016
 Actualizado a 01/09/2019
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Se asoman al pasado con cara de felicidad. Acompañan a los padres, se visten como ellos, y viajan juntos a otros tiempos, a sus tradiciones, a sus leyendas. En poco se diferencian de sus cuentos, tal vez porque son menos violentos. En sus cuentos, el lobo se come a Caperucita sin mayores remilgos y ya no digamos si reparamos en la violencia de Hansel y Gretel o los sufrimientos de la Cenicienta.

Sin embargo, en las leyendas de sus padres el Santo Froilán obliga a un lobo a ponerse a trabajar mano a mano con un burro para levantar una ermita en lo alto de los montes;y en la Colegiata de Arbas es un oso el que debe hacerse yuntero para llevar piedras desde el Pico de los Tres Concejos y levantar esa joya de nuestro patrimonio.

Por eso los rapaces se asoman entre los faldumentos de sus padres con cara de tanta felicidad al pasado. Y a sus ritos. Y a sus burros. Y a sus osos.

Y en aquellos tiempos los santos dejaban que cualquiera fuera y les tocara las narices. Y eran santos, si se lo hacen ahora a un maestro... y no son santos.

Está muy bien, además, que tengamos entretenidos a los niños viajando al pasado, por más calor que pasen con los dengues, los refajos y las estameñas.

¿Te imaginas el sufrimiento de asomarlos al futuro visto desde el presente? De San Froilán les cuentas lo del burro y el lobo y disfrutan, pero ¿qué les cuentas si viajas con ellos al Telediario?
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