Un soplo frente a la helada en el viñedo

Bodegas de Castilla y León implantan sistemas antiheladas con hélices para mover el aire y aliviar la situación de las plantas contra las bajas temperaturas

Ical
04/05/2017
 Actualizado a 16/09/2019
Luis Carlos, responsable de los viñedos de Abadía Retuerta, muestra las viñas que se han salvado de las heladas gracias al sistema de molino de hélice para mover corrientes de aire. | ICAL
Luis Carlos, responsable de los viñedos de Abadía Retuerta, muestra las viñas que se han salvado de las heladas gracias al sistema de molino de hélice para mover corrientes de aire. | ICAL
“Menos mal que tenemos los sistemas de hélices para mover el aire y reducir el daño de las heladas”. Marco Sanz, uno de los hermanos propietarios de Bodegas Menade, en la Denominación de Origen Rueda, sujeta con sus dedos algunas de las yemas “asfixiadas” este pasado fin de semana por las bajas temperaturas. En abril, las heladas no son inusuales, pero este año la viña “va con 20 días de adelanto por el calor de estas últimas semanas”. “Y claro, en cuanto han asomado, a muchas se las ha llevado”, destaca. Cada vez son más las bodegas que implantan este tipo de tecnologías para aliviar a los viñedos. Lo hace también Abadía de Retuerta, en Sardón de Duero, desde 1995.

En Rueda las heladas afectaron a 2.700 hectáreas, principalmente en las zonas limítrofes de la DO, en Segovia y el sur de Valladolid, donde la temperatura en los pinares “fue brutal”, según explica Sanz a Ical en un paseo por el viñedo.

Por fortuna, en las zonas de “vaguada” donde la helada puede hacer más daño, Menade apostó hace diez años por la instalación de un molino de hélices en una parcela de Sauvignon Blanc, que recoge el aire caliente de capas más altas y lo expande a lo largo y ancho de cinco hectáreas “que salvan a la viña”. Si la temperatura baja de dos grados bajo cero se ayuda de un quemador de gasóil, ubicado frente al molino, que emite aire más caliente y. “Si baja de esa temperatura...”, ironiza.

El problema de las heladas secas son los “cambios bruscos” de temperatura, que provocan “rotura en los vasos leñosos” y que se dañan aún más cuando “sale el sol, después de deshidratar la planta, y seca la hoja como que estuviera quemada”.

Sobre la rentabilidad de este sistema antiheladas reconoce que “si se mira sólo el gasto, no lo es”, pues supone una inversión de más de 30.000 euros para salvar 60.000 kilos de uva. “Hay que mirar a largo plazo. Esta parcela está muy cuidado y la producción está vendida todos los años a un cliente americano que la conoce y que busca este producto. Aunque este año me cueste dinero, estoy cuidando al cliente”, destaca.

Sin embargo, admite que desde que lo instaló hace diez años “lo ha encendido cuatro o cinco veces”, porque no todas las campañas hay heladas en esta época, explica, en el contrapunto que supone la manga corta, las gafas de sol y el sudor que cae por la frente en un día con más de 25 grados, al contrario que hace sólo unas horas, cuando la helada nocturna, “tan extensa en el tiempo, hizo tanto daño”. No es el único método instalado en Menade. En otra parcela cuentan con la microaspersión por pulverizador, con el objetivo de “helar” la yema a un grado bajo cero. “Se hace un cubito de hielo que lo protege, porque no baja de esa temperatura. Mientras fuera se registran -4 grados. Sé que está congelado, pero no se estropea. Luego se descongela de nuevo con pulverizador, poco a poco, nada brusco, con la ayuda también del sol”, desliza.

Bodega pionera

Abadía Retuerta, ubicada en Sardón de Duero, Valladolid, es una bodega “pionera” en en el uso de sistemas antiheladas, ya que desde 1995, tras caer en mayo de ese año una enorme nevada, decidió empezar a implantar torres con ventiladores. En la actualidad, su explotación, de 195 hectáreas de viñedo, está protegida con 17 de estas instalaciones, que cubren 7,5 hectáreas cada una. En este sentido, el encargado de viñedo y enólogo de la bodega, Luis Carlos de la Calle, explica que estas instalaciones están ubicadas de forma estratégica en las zonas más frías y con las variedades a las que puede dañar más el frío.

Así, expone que están en las zonas más bajas y en variedades como el tempranillo y la syrah, o la blancas verdejo y sauvignon, que aguantan menos, frente al cabernet que es “más dura”. Este experto aclara que estas torres dotadas de un motor que mueve una hélice de “helicóptero” funcionan bajo el principio de inversión térmica, moviendo el aire frío que se queda en las capas bajas con corrientes, con lo que pueden elevar cuatro grados la temperatura a un metro del suelo.

Las torres, algunas de gasóleo y otras de gas propano, se arrancan a mano, aunque las últimas implantadas ya cuentan con las últimas tecnologías y se podrían programar a distancia. La decisión para ponerlas en marcha se adopta gracias a los datos meteorológicos que toman cinco estaciones climáticas repartida por toda la explotación, cuyos datos están centralizados. Asimismo, cuentan estimaciones de la evolución del tiempo con 15 días de antelación.

Luis Carlos de la Calle remarca que las últimas heladas han afectado de forma muy importante el viñedo en la Ribera del Duero, e incluso en la explotación de Abadía Retuerta, pese a sus torres, han sufrido algún daño, aunque mínimo, pero sin estos sistemas hubiera alcanzado al 80 por ciento de la superficie de la bodega.

De la Calle, quien comenta que no esperan que se produzcan más heladas este año, indica a Ical que también probaron otros sistemas en dos hectáreas, como el de microaspersión, pero se decantaron por las torres por resultar “más fiable”. Al respecto, expone que en el sistema que emplean, un fallo de arranque se solventaría “en diez minutos” mientras que en el otro se pueden producir fugas en las canalizaciones y si no es homogéneo el riego o se paraliza a mitad de barrido, los daños “pueden ser aún mayores” con el frío. Asimismo, no se mostró partidario de utilizar productos vigorizantes de las plantas, porque “a mayor brote, más daño provoca la helada”.

Plan de apoyo

Luis Carlos de la Calle defiende que estos sistemas son precisos en una tierra con oscilaciones térmicas tan pronunciadas como en Castilla y León, aunque reconoce que no está generalizado por las fuertes inversiones que supone, y sugiere a la Junta que ponga en marcha un plan de ayudas para que en zonas minifundistas o pequeñas explotaciones puedan acometer este gasto, y no ocurra como en León, donde prácticamente la totalidad del viñedo se ha visto afectado. Asevera que en su caso es fundamental para garantizar unas producciones dentro de una bodega que apuesta por vinos de altísima calidad que no se puede permitir el lujo de perder una cosecha.

Por último, junto a las heladas, Luis Carlos de la Calle advierte de los perniciosos efectos que puede tener la sequía sobre la vendimia de este año, que ya va retrasada por los hielos, que complicarán mucho la poda. En este sentido, recalca que Abadía Retuerta cuenta con riego por goteo en toda su explotación, para garantizar la vendimia dentro de una bodega donde se “cuidan todos los detalles para que cada años salgan producciones de la máxima calidad al mercado”. “Eso requiere de inversión”, resume.

Rafael Pascual, gerente de Garbi Spain, empresa con sede en Valencia, que comercializa estas torres y se encarga de las de Abadía Retuerta, acompaña la visita “por casualidad”, y reconoce que se trata de instalaciones “caras”. Afirma este ejecutivo que su implantación es “mínima” en la Comunidad en relación a las 70.000 hectáreas de viñedo plantadas y se encuentran en explotaciones con bodega que integran producción, transformación y comercialización de vinos de calidad. “Con cierto nivel”, aclara.

Pascual comenta que esta tecnología procede de Estados Unidos y ya se empleaba en los años 50 en el valle de Napa, en California, aunque “con modelos más primitivos que los actuales, donde se incorporan las últimas tecnologías”. Unas máquinas, dice, que cubren un diámetro de terreno cuando actúan de 300 metros y son efectivas en heladas moderadas, ya que para los grandes desplomes es conveniente que se acompañen de estufas de gasóleo, asume. Esta maquinaria, explica, se emplea tanto para viñedo como para frutales y reseña que en La Rasa, Soria, hay instaladas 120 torres para 1.000 hectáreas dedicadas a la producción de mazana.
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