Un minuto que duró 3 horas

Emotiva victoria de ‘Caberín’ en un corro que comenzó con un minuto de silencio por la muerte de su padre y acabó llorando

Fulgencio Fernández
17/07/2016
 Actualizado a 03/09/2019
Clemente ‘El Junco’, ganador del corro, en un momento de su semifinal con Jesús María ‘Sansón’ Cabero. | DANIEL MARTÍN
Clemente ‘El Junco’, ganador del corro, en un momento de su semifinal con Jesús María ‘Sansón’ Cabero. | DANIEL MARTÍN
A las seis hubo un minuto de silencio por la muerte del padre de los Cabero en el trágico accidente de Mansilla. Allí estaban los dos hermanos —Jesús María Sansón y Abel Isaí— que acabaron el minuto fundidos en un abrazo que llevó el silencio a una grada de corazones encogidos. Estaban haciendo lo que su padre habría querido, que lucharan.

Pasaron tres horas de corro. Pasaron muchas cosas, más de las esperadas. Y a las nueve se agarraron para la final de pesados Abel Isaí Cabero, Caberín, y Víctor Javier Hernández, de Villaquilambre. Ganó Caberín, bien, 2-0, miró al cielo cuando lo levantó Víctor, le lanzó dos besos y se derrumbó. Se abrazó a Víctor Javier y lloró fundido en un abrazo un largo rato con él. Al público se le encogió el corazón y sólo se le ocurrió aplaudir, una cerrada ovación que Abel agradeció al soltarse.

Al fin ganó un corro Mario del Blanco y el finalista, Adrián, con 16 años, apunta a leyenda de la Sobarriba Y Víctor Javier, ¡qué paisano!, acertó a decir:«¡Cómo no lo voy a entender si yo pasé por esto!, perdí a mi padre con 45 años que lo llevó por delante un camión ¡Cómo me alegro por él! aunque yo hice lo que pude y sé, tirar con cojones, que me sobra tanta fuerza como me falta maña».

Al lado, el niño Víctor Javier ‘hijo’ parecía no entender nada abrazado a la copa que había ganado su padre. También rompió a llorar desconsolado, como lo hacen los niños:«No mi niño, que lo hice muy bien».

Muchos luchadores pasaban a saludar a Caberín y Sansón, muchos. Así se cerraba un minuto de silencio que había durado tres horas pues el corro tenía ese aire de minuto de silencio, viendo a los dos hermanos allí sentados.

Moisés regresó y lo hizo ‘en modo’ Roca para llevarseel corro en una tierra que le gusta, la de su madre Si una ventaja tiene la lucha leonesa es que el corro va mucho más allá del círculo donde compiten dos deportistas. Muchas veces los aficionados buscan su lugar en los bancos cerca de otro espectador de otro pueblo, que le cuenta cómo va lo de la leche, que falleció El Tigre de Villahibiera, o se sientan cerca de Felipe León y Manolo El Molinero o Gallego Coca a ver quésueltan por esa boca. «Dice Felipe que el de La Sobarriba (Adri) va a ser muy luchador...».

Yesos aficionados también tienen nombre, no hay anónimos. Desde Farruquín y su bombo a Darío el de Cistierna que «¡cuánta guerra da!», no se parece nada a Don Santos el cura, que era su hermano... Por eso ayer en Villafañe dolía una silla vacía que todos sabían de quién era, la de David Cabero,de la gente de la lucha al que nos lo arrancó la carretera. Su nombre sonaba en todas las conversaciones cuando ibas por el graderío. Y los aficionados agradecieron el gesto de ver a los hermanos vestidos de corto para recibir esa ovación que llegó hasta dónde esté David, para que esa cadrilada de Sansóny esa victoria de Abel Isaí suba los aplausos hasta las nubes y, sobre todo, abrace a Nieves, esa viuda que tanto preocupa a Sansón. Sé que a Abel también pero Jesús es el alma más pura que he conocido en 30 años de andar por los corros y mi debilidad reconocida. Los cohetes están en el maletero. Y los tiraremos Jesús.

Ligeros, ¡qué día!


Tuvo en Villafañe ligeros uno de esos días que habría ocupado casi todo el espacio de esta crónica. A las primeras de cambio el líder —y ganador de los dos corros disputados—Ibán Sánchez cogió el tren de regreso a Barrillos, le pagó el billete Mario del Blanco, uno de los dos hermanos de Taranilla de los que todo el mundo dice que luchan bien... hasta la final. Por si había tenido poco con Ibán el bombo le envió a Javi Oblanca, en la siguiente ronda. Torció la cabeza al escucharlo. Se agarraron y le dio caída y media en pocos segundos. Su hermano Dani y su padre le daban consejos:«¡Cuidado!» insistía Dani. Cuando le dicen que caída y media es mucho a minuto y medio el chaval recuerda:«Caída y media le di yo en Renedo y me la levantó», Oblanca lo escucha y sonríe cómo si tuviera un plan y les metió el miedo en el cuerpo cuando empató el combate a falta de 13 segundos. Pero tuvo que arriesgar y remató Mario. Resopló Dani. Sonrió su padre que musitó:«Hoy está como un cañón».

Venía muy fuerte Busi el de Valverde Curueño pero nada pudo hacer con Mario en la semifinal. Ya estaba en la final ¿Yallí? Pues allí le esperaba un chaval con cara de niño porque es un niño, Adrián el de Villavente, el nieto del Tío Justo, debutaba ayer en senior porque antes no tuvo edad para hacerlo. Tiene 16 años, es de La Soba, nadie luchó en su casa —«bueno, mi bisabuelo, pero entonces luchaban todos», dice—pero se enganchó con Clemente hace seis o siete años y no ha dejado de crecer. No falta a un entrenamiento, se agarra con todos, en su casa se habla de lucha como en los viejos tiempos, su madre graba los corros... y él huele a esas leyendas que salen en su tierra.
Pero ayer era el día, más que merecido, de Mario. Ganó bien. El juvenil también estaba feliz y explicaba, como el niño al que el maestro le pilla el chupa-chups. «Antes de que el árbitro pitara ya no sé qué me hizo que me pilló doblado». Clemente, que sonreía a su lado, se lo explicará antes de que lo veanen casa en el vídeo.

Moisés y Clemente, Roca y Junco


En las otras dos categorías también pasaron cosas. En medios regresó Moisés, al que le gusta este corro vinculado a su segundo apellido de Álvarez, la tierra de su madre, que Villarmún también huele a lucha. Y ganó. Ganó en modelo ‘Roca’, duro como una peña, inabordable. Le tocó a las primeras de cambio el líder, Víctor Llamazares, otro que tal baile y se metieron una soba curiosa sin darse caídas. «Moisés se está mosqueando», decían en la grada cuando Víctor se le metía abajo. Acabaron el minuto y medio sin caídas pero Víctor había visto la amarilla en su defensa y pasó Moisés por no tener sanción. Ya nadie le paró, nadie le dio ni media caída, ni siquiera Rubo en la final, Moisés estaba en modo ‘Roca’.

Clemente sigue la senda de la victoria tras una final con Rodri en la que se dieron4 caídas en 24 segundos Y si Moisés fue Roca el ganador de semipesados fue Junco, es decir Clemente, que fue quien tiró a Jesús María Sansón Cabero en la semifinal.

La final ante Rodri fue para llevarla a los cromos. En 24 segundos se habían dado caída y media cada uno, es decir cuatro caídas, a seis segundos por caída, de todas las facturas.

Se agarraron para la definitiva y tampoco esperaron. Clemente intentó ser El Junco y le salió, sacó una cadrilada de esas que no se pueden parar y... corro.

Archivado en
Lo más leído