"¿Un lugar de la memoria? Grajero"

El pozo Grajero de Lario fue el protagonista de la jornada del jueves en el curso, porque lo visitaron los cursillistas y porque el historiador Javier Rodríguez dedicó su ponencia a ‘Los lugares de la memoria’

Fulgencio Fernández
21/07/2017
 Actualizado a 15/09/2019
Los cursillistas visitaron un lugar de la memoria, el pozo Grajero. | ANA CRISTINA R.
Los cursillistas visitaron un lugar de la memoria, el pozo Grajero. | ANA CRISTINA R.
Javier Rodríguez, director del Curso de verano en Cistierna y también ponente del mismo, acudió ayer con los cursillistas al pozo Grajero de Lario y pronunció una conferencia sobre ‘Los lugares de la memoria’, concepto que pronto aclaró: «Son espacios en los que se conservan fragmentos del pasado, se explica su sentido y se reflexiona sobre su trascendencia. En la provincia de León uno de los mejores ejemplos es el Pozo Grajero de Lario».

Recordó Rodríguez que noviembre de 1998 el GREIM de Sabero recuperó los restos de 13 paseados en la localidad leonesa de Lario, en el lugar conocido como Pozo Grajero, una sima de 12 metros de profundidad. «Este suceso permaneció en la memoria de los pueblos de la montaña leonesa y asturiana, pero el miedo durante la dictadura franquista y la incertidumbre durante la transición hizo que los familiares guardaran para círculos privados las circunstancias que rodearon esas muertes. La investigación que en aquel momento desarrollé, dio a conocer no solo los nombres de algunos de los paseados en aquel 13 de noviembre de 1937, sino también la coyuntura histórica en la que se desarrollaron los hechos», en cuya reconstrucción conoció cómo varios detenidos «fueron llevados al cuartel de San Juan de Beleño, capital del concejo asturiano de Ponga; algunos fueron liberados por sus buenas relaciones con personas influyentes de Ponga, otros fueron conducidos a pie -con las manos atadas con alambres hasta la localidad leonesa de Lario donde fueron ejecutados y lanzados al Pozo Grajero».

Con el tiempo Grajero  se convirtió en un lugar de memoria –impulsado por la Agrupación que lleva su nombre, «un espacio público donde confluyen la historia, el recuerdo y la memoria. Conceptos necesarios para contraponer al olvido; pues las dictaduras tienen en el olvido el recurso imperativo y necesario que consolida su cultura, y por tanto su poder y su consenso. La democracia tiene que fomentar el acceso de los ciudadanos al conocimiento histórico porque es la única garantía de respeto a la pluralidad de memorias, permite la adquisición de criterios propios y hace a los ciudadanos civilmente más sabios, y por lo tanto más libres», concluyó Javier Rodríguez.
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