Un censo para la conservación del urogallo

León cuenta con el 50% de la población actual de esta especie en peligro de extinción

S.G. (Ical)
01/05/2016
 Actualizado a 11/09/2019
El censo permitirá adoptar medidas para la conservación del urogallo cantábrico. | SEO BIRDLIFE
El censo permitirá adoptar medidas para la conservación del urogallo cantábrico. | SEO BIRDLIFE
El urogallo cantábrico continúa siendo una especie declarada en peligro de extinción que ha llegado a desaparecer hasta del 60 por ciento de las zonas que habitaba en los años 80, que es el periodo de referencia que se maneja. Sin embargo, no es posible determinar una cifra exacta de los ejemplares que ahora mismo habitan en los montes de la Cordillera Cantábrica, si bien se estima que Asturias y Castilla y León, en concreto la provincia de León, son los dos territorios en los que pervive esta especie. Para poder tener una estimación exacta, las comunidades –Castilla y León, Asturias y Cantabria– esperan iniciar este mismo año los trabajos de elaboración del censo de urogallo que permita la adopción de medidas para su conservación.

Hasta el momento tan solo había datos en zonas muy concretas si bien las organizaciones ecologistas vienen reclamando un censo con «cierta continuidad». Las grandes dificultades para su localización y la situación económica de los últimos años ha ido dejando a un lado este proyecto que ahora se espera poder recuperar para poder disponer nuevamente de datos exactos incluso a finales de este mismo año.

Para acometer este tipo de censos es necesario recoger mucha información y analizarla posteriormente. Para ello hay dos metodologías. Una de ellas consiste en contabilizar los ejemplares en los cantaderos, donde se cuentan los machos; y por otro lado se hace recogida de excrementos para determinar genéticamente el número de individuos diferentes que hay. Con estos datos ya es posible conocer la ocupación del territorio e incluso hacer una estimación del número de ejemplares existentes en esa zona.

A falta de esos datos más concretos, las estimaciones apuntan a que a día de hoy se conservan dos poblaciones de urogallo cantábrico: una oriental, prácticamente extinta y que se extendía por la montaña de Riaño y Picos de Europa, y otra zona en la que León conserva las poblaciones más importantes e interesantes, en concreto en el corredor Omaña-Alto Sil, donde se calcula que podrían habitar el 50 por ciento de los ejemplares de urogallo cantábrico en España, mientras que el otro 50 por ciento residiría en el Principado de Asturias.

Mientras tanto, este año finaliza el programa Life+Urogallo Cantábrico, que se inició en el año 2011 con el fin de detener el declive de la especie. Está coordinado por la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y cuenta como socios con las comunidades de Cantabria, Principado de Asturias y Castilla y León, a través de la Fundación Patrimonio Natural, el Consorcio Interautonómico para la gestión coordinada del Parque Nacional de Picos de Europa, Seo/Birdlife y Tragsa y Tragsatec, con la financiación del Organismo Autónomo Parques Nacionales y la Fundación Iberdrola España.

Sin embargo, no será hasta que se disponga de los censos cuando se pueda determinar si los animales han respondido a las iniciativas que se han puesto en marcha dentro de este proyecto, momento en el que se decidirá si se mantiene la estrategia seguida hasta ahora o es necesario modificarla. Lo que sí se tiene claro es que habrá que «seguir trabajando y ser perseverantes» porque el urogallo es una especie que «lleva 40 años desapareciendo y posiblemente necesitará otros 40 años», reconoce el delegado territorial de Seo/Birdlife en Cantabria, Felipe González Sánchez.

Durante estos cinco últimos años se han puesto en marcha medidas de conservación de la especie dirigidas, por un lado a la mejora de los hábitats a través de experiencias prácticas de gestión forestal, actuando tanto en zonas donde ha desaparecido la especie como en otras donde está presente, y también a través de medidas para reducir las causas de mortalidad del urogallo por motivos no naturales; y otro bloque de medidas están relacionadas con la reducción de la competencia.

También se desarrolla un programa de cría en cautividad en Asturias y que supone la parte «más compleja» al tratarse de un ave «muy sensible», lo que ha impedido que se haya podido liberar un número de ejemplares suficiente para empezar con el programa de reforzamiento, a pesar de lo que el proyecto sigue avanzando. «El objetivo es liberar ejemplares, peor estos años la cría está resultando más complicada y no se están obteniendo ejemplares mínimos para soltarlos», lamenta González.

Los planteamientos de este programa Life+Urogallo Cantábrico se basan en otros programas similares que se han llevado a cabo en países como Escocia o en el Pirineo francés. «Lo primero que hemos visto es que esas experiencias sólo son aplicables en zonas donde hay urogallos, porque en otras zonas no tiene un efecto real sobre la población» y en la población occidental «están dando resultados» y se están apreciando «signos positivos de respuesta hacia esos manejos» que se están aplicando.


Inicio de la recuperación


Dentro del trabajo, la Junta de Castilla y León, a través de la Fundación Patrimonio Natural es «uno de los socios principales del proyecto» y sus trabajos están empezando a dar «resultados positivos». En concreto, en la Comunidad se ha trabajado en las labores de mejora del hábitat, lo que podría permitir «los inicios de la recuperación del urogallo», algo que «va a llevar muchos años».

Uno de los «logros» del proyecto es que se ha conseguido el trabajo coordinado de cuatro comunidades autónomas donde todavía hay urogallo o ha desaparecido recientemente, para formar un amplio consorcio de entidades trabajando conjuntamente. Es en las zonas donde se ha dejado de percibir presencia de urogallo donde se están centrando los trabajos de mejora del hábitat para favorecer la vuelta de este animal y donde está previsto que puedan liberarse las aves que se críen en cautividad para favorecer la continuidad de la especie.
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