Un camino de obstáculos entre los refugiados y los voluntarios

Tres semanas de un leonés con los 12.000 ‘habitantes’ de Idomeni

D.L. Mirantes
02/05/2016
 Actualizado a 16/09/2019
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En Idomeni, en Grecia, están asentados miles de refugiados que llegan a este lugar de paso con la esperanza de poder cruzar la frontera con Macedonia para continuar su periplo hacia Europa. Es un lugar en el que se hacinan alrededor de 12.000 personas, la mitad niños, con necesidades de todo tipo. Unas necesidades que tratan de cubrir voluntarios independientes como el leonés Ricardo Valderrama, que permaneció a pie de campo durante tres semanas realizando labores humanitarias. Un trabajo desinteresado, duro y con trabas institucionales. «Al día de siguiente de irme hubo 26 detenidos, entre ellos un compañera catalana que estuvo 36 horas detenida, se han dado de casos de mujeres cacheadas de forma integral por hombres policías e, incluso, una persona que participaba en un grupo de voluntarios de comida fue detenida porque llevaba un cuchillo», explica Ricardo para tratar de dar una idea de la «presión policial» sobre los voluntarios independientes.

Del Acnur lo único que se ven son las pegatinas en las carpas, pero no están en el campamento para nada No obstante, Valderrama cuenta con experiencias previas de voluntariado tanto en España como en países extranjeros. En base a este bagaje considera que las grandes ONG solo llegan a aproximadamente el 40% de las personas que se agolpan en la frontera y que las vidas del resto de refugiados dependen de la acción de voluntarios independientes como él. En este sentido, el leonés critica la labor de Acnur, a la que considera una organización supergubernamental y de la que cabe esperar más ayuda. «El Acnur son las personas que visten con una chaqueta azul... No existe, no se les ve nunca, del Acnur lo único que se ven son las pegatinas puestas en las carpas, pero no hay presencia de ellos en el campamento para nada; hay muchas críticas de voluntarios independientes hacia la labor del Acnur porque se les ha pedido mantas y materiales que tenían en su almacén y no se lo han querido dar, aún estando lloviendo y con un frío enorme».


"Jamás se les borra la sonrisa"


Se han dado de casos de mujeres cacheadas de una forma integral por policías que son hombres No obstante, del mismo modo que los refugiados tratan de salvar los obstáculos en el camino hacia Europa, los voluntarios tratan de salvar los obstáculos en el camino entre ellos y los refugiados. Por ello no dudan en cruzar el continente pagando todos los gastos de su bolsillos para repartir comida durante horas, descargar los inmensos trailers con toneladas de ayuda humanitaria o dormir apenas seis horas para poder estar siempre a punto para colaborar.

Es duro, reconoce Ricardo Valderrama, pero asegura que compensa porque a los niños «jamás se les quita la sonrisa de la boca, siempre están jugando» que  la relación «casi familiar» con el resto de voluntarios hace que valga la pena. Sin embargo, las emociones «se gestionan mal» porque los voluntarios siempre tienen que volver siendo conscientes de que todavía queda mucho que hacer en Idomeni.
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