Triana: "Yo no quería matar a Carrasco"

Exculpa a su amiga y reitera la declaración que ya modificó su madre respecto a la instrucción

Isabel Herrera
20/01/2016
 Actualizado a 16/09/2019
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Si un día antes su madre había articulado la historia del crimen de forma que Triana Martínez quedaba al margen, ajena a sus intenciones, ayer miércoles, la hija la dotó de consistencia con una declaración mucho más convencida –que no convincente, eso tendrá que decidirlo el jurado–. Vestida de negro riguroso (salvo las botas), se sentó ante el micrófono para contestar, como así decidió, a las preguntas del Ministerio Público y de su defensa –su madre sólo lo había hecho para el letrado de ambas–. No alzó el tono de voz en las más de tres horas que duró el interrogatorio, pero sí fue cogiendo confianza y adoptando una actitud casi desafiante con el fiscal.

Triana no contó lo mismo que había dicho en sus anteriores declaraciones tanto en sede policial como en sede judicial, como ya pasara el martes con Montserrat.

Vi a mamá tirar el bolso y pensé que había pasado algo malo y que había cogido la pistola de papá Modificó su relato porque, según dijo, había hecho lo que le mandaron los policías nacionales burgaleses que llegaron a León tras el crimen de Carrasco para ayudar a la investigación. Al igual que sostuvo su madre, la engañaron, le dijeron que le iban a arreglar «lo suyo» para que quedara en libertad –por entonces se hallaba detenida y a la espera de pasar a disposición judicial–. A diferencia de sus primeras declaraciones, y siguiendo con la versión que moldeó un día antes su madre, Triana contó ayer que nunca se había encontrado con Montserrat en el pasaje de la plaza de Colón con Gran Vía, que nunca recogió el bolso con el arma de sus manosy que su madre, en ningún momento, le pidió que se deshiciera del mismo.

Empezó relatando lo que había hecho el día del crimen de la expresidenta de la Diputación provincial y el PP leonés, Isabel Carrasco. La comida en casa con «mamá», el té con Raquel Gago, la previsión de ir con Montserrat hasta Carrizo para recoger unos vestidos y la parada en el centro con objeto, dijo, de ir a buscar un regalo para su madre mientras que ésta daba un paseo.

Al fiscal le interesaba saber si en pleno mes de mayo era normal que salieran de casa con dos cazadoras, pañuelos, gafas de sol, guantes, revólver... Triana contestó que ella no sabía que su madre llevaba un arma, que las gafas de sol las llevaba siempre y que lo de ponerse una chaqueta sobre otra «era una forma de vestir».

Guardó muy bien la versión de su madre –la nueva, la que contó en el juicio– y reconoció que, en una ocasión, Montserrat le había dicho que quería matar a Isabel Carrasco y que le mandó que buscara y juntara «unas cosas», «que no podía aguantar más». «Cuando me lo dijo yo no me esperaba eso, yo apunté –en referencia al papel con anotaciones sobre armas que se halló en su domicilio–, no lo valoré», dijo Triana, «pero a los pocos días yo lo valoré, hablé con ella y la dije que no podía hacer eso».

– «¿Quería usted matar a Isabel Carrasco?», preguntó el fiscal.
– «No, yo no quería matar a Isabel Carrasco», fue la respuesta de Triana.

Cuando Triana pidió agua, su madre, sin pensarlo, se levantó a llevarle la botella ante el revuelo del tribunal Negó conocer los seguimientos que la madre habría realizado a la dirigente política y que cuando supo, a través de la alarma de un programa que tenía instalado en su ordenador, que se había realizado una búsqueda sobre armas, volvió a hablar con su madre del tema: «Le dije que si no estaba ya zanjado ese asunto, que no se podía».
Contó una vez más lo que pasó con el bolso (la nueva versión), que vio a su madre arrojarlo a un garaje: «Mamá estaba pálida, rota, mal;pensé que había pasado algo y malo, y pensé en mi padre, en que había cogido la pistola de mi padre, por eso fui a por el bolso».

Desde su sitio, Montserrat sigue con gesto impasible la declaración de su hija, mientras que, un día más, las miradas entre Gago y las otras dos acusadas no llegaron a cruzarse ni un segundo.

Siguió con su relato. Triana dijo que cuando salió del «repecho» del garaje de Lucas de Tuy en el el que había arrojado su madre el bolso, ya no la vio, la había perdido de vista, y fue cuando vio a Raquel, a la que exoneró de toda culpa aseverando que el hecho de que el arma apareciera en su bolso no fue más que una casualidad.

Fue en el turno de preguntas de su abogado defensor cuando las cuestiones apuntaron más a la supuesta persecución de Carrasco hacia Triana. Pidió que le explicara los problemas que había tenido con Hacienda, en el partido, le hizo contar cómo se hacían las cosas en la Diputación provincial, más concretamente en la oposición convocada para darle la plaza a la propia Triana que siguió, dijo, el mismo proceso que todas, lo que llaman «vestir el santo», que según las explicaciones de la joven es un proceso que sirve «para no aparentar que entras directamente por enchufe, se va poco a poco».

Volvió a relatar cómo llegó al partido de manos de conocidos cargos del PP y cómo al mes de entrar a trabajar en Diputación se produce un cambio de Gobierno, sale de la presidencia Javier García-Prieto y entra Isabel Carrasco. «Me advierten de ella (Carrasco), además yo estaba enchufada por el equipo anterior, pero me cogió cariño, estaba pendiente de mí, me pedía cosas para su casa, me involucraba en muchos temas». Hasta que dejó de ser así y empezó a poner trabas a ese proceso de «vestir el santo» porque «no se movía ni un folio en Diputación sin que lo supiera Isabel Carrasco».

La anécdota del día la protagonizaron madre e hija cuando, en un momento de la declaración Triana pidió agua y su madre se levantó inmediatamente para acercarle la botella, lo que provocó la inquietud del tribunal al ver el movimiento de la acusada pues ninguna de ellas puede moverse, ni siquiera sentarse en la silla cuando ya está delante del micrófono, hasta que no lo autoriza el presidente de la sala. Instinto de madre.

"A Raquel me la encontré por casualidad. Fíjate, ya siento haber dejado eso ahí"


"Es buena, es tímida, es introvertida, maja". Así contestaba Triana al abogado defensor de Raquel Gago cuando le preguntó qué tipo de persona era su amiga.

–«¿Qué siente usted al ver a Gago aquí?»
– «Pena, me siento mal. No la quería meter en un problema».
– «¿Qué móvil puede tener Raquel Gago?»
– Ninguno, Raquel no sabía nada.

"Siento pena al verla, me siento mal, no la quería meter en un problema", dice Triana sobre Gago También el fiscal, Emilio Fernández, dedicó buena parte de su interrogatorio a Raquel. Según explicó Triana, la vió al salir del garaje del que recogió el bolso de su madre. Su primera reacción habría sido llamarla por teléfono –desde el móvil de prepago porque en el iPhone no le funcionaba la huella dactilar– pero no llegaron a hablar, dice, por eso se dirigió hacia ella «que estaba enfrascada en una conversación con un chico». «Yo creo que sí me ve, le dije que si tenía el coche abierto, pero no sé si me contestó, yo estaba muy nerviosa, no esperé y miré directamente, ví que estaba abierto, dejé el bolso porque me pesaba mucho. Pensaba ir a recogerlo al momento».

«Me la encontré allí por casualidad», explica antes de detallar que dejó su bolso, con el de su madre dentro en el que iba el arma homicida, en el suelo, un poco «metidín» bajo el asiento. «Le dije que iba a la frutería, y que volvía enseguida; pensaba volver al momento. Fíjate, ya lo siento haber dejado eso ahí. No tenía intención de meterla en ningún lío. No pude volver».

A Triana la detenían minutos después de su encuentro con Raquel Gago, justo cuando llega a su coche donde ya, una patrulla de Policía Local estaba pidiendo la documentación a su madre.
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