03/01/2019
 Actualizado a 13/09/2019
Guardar
Comienza un nuevo año y todos nos hacemos propósitos para afrontar ese futuro con ilusión y con esperanza, sin pararnos a pensar que, muy posiblemente, buena parte de lo que no suceda será una consecuencia directa de nuestra forma de actuar y que solamente en un número muy pequeño de ocasiones lo acaecido pueda ser el resultado de acontecimientos no derivados de nuestro modo de actuar.

Estos días nos informan de las previsiones de crecimiento económico, de subidas y bajadas de precios, de tipos de interés, de cómo se modificarán sus cotizaciones en la bolsa, en fin, nos inundan con datos del pasado y nos abruman con algunos que nunca se llegarán a cumplir porque no son más que meras especulaciones sujetas a todos los avatares políticos, sociales, naturales, previstos y previsibles o absolutamente imprevistos porque no somos capaces de analizar todas las fuerzas que confluyen en un lugar y en un momento dado como para determinar un resultado final fiable. Aunque si hay hechos que por ser previstos o por conocidos, debiéramos ser capaces de modificarlos. Un detalle, un mínimo detalle que bien pudiera ser esa piedrecita que lanzamos a un charco de agua y que genera unas ondas incontenibles. He soñado que todos íbamos, hoy mismo, a nuestras oficinas bancarias a decirles, sin excepción, que desde esta fecha no aceptaremos ninguna comisión de usura por hacer uso de un servicio que pagamos nosotros mismos, o bien a hacerles saber que si somos nosotros quienes hacemos buena parte de su trabajo desde nuestras terminales, ese trabajo debe ser remunerado y que cada vez que nosotros mismos hagamos una gestión desde nuestro domicilio, esperamos ver reflejado de inmediato en nuestra cuenta el ingreso correspondiente por la labor hecha. Siempre pensamos que quien puede robarnos está detrás de nosotros, agazapado y escondido, y no nos damos cuenta de que muchas veces lo tenemos enfrente. Dejemos de permitirles todo lo que no permitimos a nadie más. Están para servirnos, no para estafarnos.
Lo más leído