Siempre caminarás sola

07/06/2017
 Actualizado a 31/07/2019
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Ya están los luchadores enganchados otra vez. Ya llega la lucha, los viejos aluches acuden a la cita con el sol y la fiesta. Ya están a la vuelta de la esquina, el domingo arranca otra liga más, como siempre, donde siempre, de romería, en Camposagrado.

Ya están enganchados, ésa es su belleza, pues nada se sabe sobre qué va a salir de aquí. Puede ser el inicio de una cadrilada alta y bella, puede ser el arranque de un falseo, difícil y eficaz. Toda maña tiene su falseo. Todo ataque tiene su defensa. Para todo peso existe su contrapeso.

Ésa es su fuerza en la hierba, su historia, su empuje. Por eso regresa, porque acude a su cita con la vieja tradición que se atreve a cantarle aquello que se escucha siempre en el corro de Anfield: «Nunca caminarás sola».

Ésa es su fuerza en la hierba, en la fiesta, ante la mirada de los vecinos que quieren ver cómo su mozo se engancha, cómo defiende el orgullo y la historia de su historia. La memoria de los pastores y los molineros.

Pero ahí se acaba lo bello. Mientras para el agarre y la maña de los luchadores en la pradera siempre se encuentra una salida para el tranque de los despachos nadie parece conocer el falseo, la solución, la belleza, el camino, la historia, la fiesta... Los tranques son batalla, las batallas son eternas, las soluciones lejanas, las trampas cercanas, la muerte posible, al abandono cierto... Alguien confunde el himno y canta «siempre caminarás sola».
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