Seis presidentes para recorrer un cuarto de siglo de la DO Bierzo

La historia de la creación del organismo -al igual que su presente- reúne, como todas, luces y sombras

N.G. Sabugal
17/12/2014
 Actualizado a 12/09/2019
«Mi tío llevaba mucho tiempo dedicado al vino y veía las enormes posibilidades que tenía el Bierzo para hacer grandes vinos. Puso mucha ilusión, aunque después vio toda la burocracia que había y eso le desanimó bastante porque lo que esperaba era que el Reglamento de la Denominación de Origen y el propio Consejo recogiera toda las peculiaridades de la región, no una copia de lo que había en otros sitios, pero al final eso no era tan fácil». Pablo García Barredo, responsable de las bodegas Pérez Caramés, recuerda así a su tío, Francisco Pérez Caramés, el primer presidente de la gestora que condujo a la constitución en 1989 del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Bierzo, y que falleció diez años después, en el 99.

La historia de la creación del organismo -al igual que su presente- reúne, como todas, luces y sombras. Es la historia de un objetivo común y de la unión entre cooperativas y bodegas y también la historia de sus desencuentros, que llegan hasta hoy. Un relato en el que se conjugan los éxitos y los fracasos, pero cuyo resultado es conseguir que los vinos del Bierzo tengan una identidad, un nombre y una imagen que ofrecer al mundo. Pérez Caramés fue el que dio los primeros pasos y le seguiría, una vez fundado ya el organismo, su primer presidente electo: Luis Hernández Romo, que estaría hasta los años 90 en su primer mandato y repetiría un segundo, del 95 al 99.

«Paco quería un reglamento muy personalizado, muy para el Bierzo, pero le decían que no. Al final lo que nos dijeron era que cogiéramos el último reglamento aprobado, que no recuerdo si era el de los Ribera o los Rueda, y lo copiáramos, cambiando el tipo de uva, el tipo de terreno y cosas así», recuerda Hernández Romo.

«Hubo que luchar mucho. Primero tuvimos que apechugar en Madrid, con el Instituto de las Denominaciones de Origen, que dependía del Gobierno, y después en Valladolid, cuando pasó a la Junta». El primer ‘título’ para los vinos del Bierzo, rememora, fue el de Denominación Específica Bierzo, que se consiguió en 1986. Era una denominación provisional, así como también lo era el Consejo Regulador Provisional designado en 1986 y aprobado por la Dirección General de Política Alimentaria. La Denominación de Origen Bierzo, también con carácter provisional, no se reconocería hasta 1989, a la espera de la elaboración del nuevo Reglamento y la formación del Consejo Regulador definitivo.

«Cada presidente dirá que su época fue la peor en cuanto a trabajo, pero cada uno tuvo que apechugar con unos u otros problemas. Muchas veces ha sido un calvario bastante considerable», asegura Hernández Romo.
El primer domicilio social del Consejo sería en la calle Los Morales, número 3, en Cacabelos. Allí, en unas pequeñas oficinas, se reunían los vitivinicultores. Después se confeccionaría el Reglamento definitivo, el primer logotipo y los registros de viticultores y bodegas. En la etapa de Hernández Romo se crearía además el comité de catas del Consejo, se institucionalizaría la Feria del Vino del Bierzo y se comenzaría a asistir como expositores a ferias nacionales e internacionales. Hasta se pondría en circulación una revista llamada ‘Vino y Mencía’. La DO Bierzo comenzaba a hacerse ver.

José Luis Prada recogería en 1990 el testigo de Hernández Romo. «Teníamos un stand con el que íbamos a las ferias: a Valladolid, a León, Santander y Burgos. Seríamos algo más de una decena de bodegas. Durante aquella época había además bastante polémica con algunas bodegas que querían cambiar la variedad mencía por otras, mientras que otros defendíamos que la mencía era la identidad de la DO, lo que nos diferenciaba. Había mucha ilusión, pero también muchos problemas», recuerda Prada sobre aquellos días.

Tras el segundo periodo de Hernández Romo, vendría Carlos Méndez Laredo. «Fue todo muy duro», dice, «no nos conocía nadie y nos recorrimos toda la geografía española. Pero ahora, 25 años después, vemos que fue un acierto porque ahora mismo creo que la única forma de comprobar la calidad de un producto son las denominaciones de origen». Méndez Laredo vería además cumplida una de las principales aspiraciones del organismo: una sede propia en un nuevo edificio construido en Cacabelos. La inauguración sería realizada por el presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, el 11 de julio de 2006 junto a Méndez y al entonces alcalde del municipio, José Manuel Sánchez.

Sucedería a Méndez Laredo, al año siguiente, Alfonso Arias Cerezales, que tomaría las riendas del organismo hasta el 2013. Son los años de la crisis, con caídas en las ventas algunos periodos y añadas mejores y peores. En algunos de los años malos, como el 2008, cuyas ventas de vino de la Denominación de Origen del Bierzo caerían un 6,25%, Arias pediría más ayudas y apoyo económico para el vino berciano y recordaba que «el que apueste por el Consejo Regulador está apostando por el desarrollo rural, por el sostenimiento de la población y por la tierra».

Con las elecciones de finales de esta legislatura vendría la guerra entre cooperativas y bodegas, segundas vueltas en las votaciones e intervención de la Junta. Entre medias, una presidencia provisional y forzosa -sólo duró dos meses, hasta su dimisión- de Manuel González Verdial, del sector de las cooperativas. Y ya por fin -con sus tiras y aflojas que aún están muy presentes en el sector- la elección de la última presidencia del Consejo de la DO Bierzo, que tendría por primera vez un nombre de mujer: Misericordia Bello.
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