Santa Marina vuelve a jugar en las calles

Una vecina construyó hace una semana una pequeña casa de juguete, frente al colegio Ponce, que se ha convertido en centro de juegos de los más pequeños

J.C.
22/08/2017
 Actualizado a 22/08/2019
Imagen de la casa montada para que jueguen los niños. | MAURICIO PEÑA
Imagen de la casa montada para que jueguen los niños. | MAURICIO PEÑA
Durante mucho tiempo, los niños se pasaban las tardes jugando entre ellos en las calles. El escondite, la comba, el juego del pañuelo, la rayuela, la gallinita ciega, el esconderite inglés, las canicas, el resorte, quemados… A quien pertenezca a esa época, la mayoría, o al menos alguno de estos juegos, le sonarán. Sin embargo, hoy parecen casi cosas del pasado.

Los tiempos han cambiado y recuperar esos tiempos parece imposible. Ni mejores ni peores, pero sí diferentes son ahora mismo las formas en que disfrutan casi siempre de su ocio los más pequeños. Sin embargo, en el barrio de Santa Marina, buscan recuperar esa familiaridad con las calles para ellos.

Y, al menos hasta ahora, parecen haberlo conseguido. Porque, desde hace una semana, en la intersección entre las calles Serranos y Pablo Flórez, justo enfrente del colegio Ponce de León, se puede encontrar una pequeña casita de juguete de fabricación casera. Al menos así era al inicio, porque poco a poco ha ido añadiendo nuevos componentes.

Tiene por lema ‘Casa de niños del barrio. Respeta, cuídala, ríe y juega. Visitas a donde   tu imaginación te lleve»‘Casa de niños del barrio. Respeta, cuídala, ríe y juega’ o ‘Pequeño espacio construido para niños para pasar grandes aventuras, visitas a donde tu imaginación te lleve’. Esos son algunos de los lemas que se pueden observar en este pequeño edificio construido para los más pequeños, que cuando baja el sol se acercan cada vez en mayor número a jugar en él, o hacen una parada cuando pasan con sus padres por esta zona situada junto al Arco de la Cárcel en pleno centro de León.

¿La idea? Surgió de una vecina del barrio, que decidió construir una caseta para que jugaran los niños que viven en la zona. Los primeros que se acercaron trajeron alguna cosa más y pintaron alguno de los mensajes. Y algunos de los establecimientos situados en la zona también ayudaron llevando alguno de los materiales.

¿El resultado? Una zona de esparcimiento para niños improvisada. Una oportunidad de recuperar temporalmente los juegos de calle. ¿Algo temporal o que se prolongará en el tiempo? Poco importa. Porque, de momento, ha conseguido que los niños de Santa Marina puedan tener otra forma de disfrutar a las vacaciones. Y es con una vuelta a lo más tradicional.
Lo más leído