¿Sabineros... o varoneros?

De repente el sábado, cerca de las 20:00 horas, me empezaron a bullir unas tremendas ganas de repetir concierto. La Noche Sabinera del viernes en el teatro Bergidum había estado más que bien. Y mi lado friki me pedía una sesión doble

Diana Martínez
17/01/2017
 Actualizado a 16/09/2019
Desde el escenario, en el concierto del viernes 13 en el Bergidum. | @NocheSabinera
Desde el escenario, en el concierto del viernes 13 en el Bergidum. | @NocheSabinera
De repente el sábado, cerca de las 20:00 horas, me empezaron a bullir unas tremendas ganas de repetir concierto. La Noche Sabinera del viernes en el teatro Bergidum había estado más que bien. Y mi lado friki me pedía una sesión doble. A decir verdad, no creo que fuera a ser la única en Ponferrada en hacerme dos noches sabineras en menos de 24 horas.

Pequeñas circunstancias familiares no me lo ponían demasiado fácil. Eso, y que a poco más de una hora de empezar el segundo concierto, ya no había entradas disponibles por internet. Y con ese escaso margen, no me atreví a pedirle al bueno de Varela una invitación de esas que cuando se la requerimos, el teatro Bergidum pone a disposición de la prensa, y que nunca he considerado un enchufe para entrar de gorra a los espectáculos, sino como una cortesía de la institución para quienes tenemos la posibilidad de promocionar y difundir en los  medios en los que trabajamos, la actividad que hace el teatro.

Así, de paso, aprovecho estas líneas para avisar a los que de cuando en cuando me llaman para ver si puedo consigo entradas ‘by de face’  por doquier  para los conciertos, las funciones o los partidos de fútbol, decirles que pueden pasar por taquilla una hora antes de comenzar el espectáculo. Allí tienen entradas. Que los del espectáculo también comen. Y que las acreditaciones de prensa son una herramienta de trabajo, no un coladero de amigos y familiares.

De hecho el viernes no entré con acreditación. Me regalaron las entrada para el concierto los Reyes Magos de Fabero, que ya hace tiempo saben que prefiero que me traigan entradas para conciertos que jerséis de Zara.

Mi objetivo de acudir a las dos Noches Sabineras seguidas del Bergidum era poder escribir una crónica-crítica tan redonda, que hasta Pancho Varona la leyera y la retuiteara.

Pero lo cierto es que a las nueve de la noche del sábado, en vez de en una butaca del teatro, me vi cocinando croquetas para la cena y pensando si en la sesión del día sí sonaría ‘Calle Melancolía’, que fue de lo poco que me faltó en el concierto del viernes.

Como me quedé con las ganas del bis, centraré esta crónica-crítica del espectáculo en lo que fue la actuación del viernes 13 de enero. Y dejaré de contar mi vida y mis circunstancias, que aunque se lleva mucho ahora en los distintos canales de comunicación de masas, dudo le importe a nadie lo más ínfimo.

Se quejaron del frío de Ponferrada, pero Varona iba en manga corta. Bebieron brebajes mientras sonaban las imprescindibles

Allá me fui el viernes con mi entrada de fila 7, un jersey de Zara de los Reyes de 2014 y muy buena compañía. Y con un cuarto de hora de espera empezaron a sonar algunas de las clásicas pero quizá no de las más conocidas canciones del inabarcable repertorio sabinero.

Reconozco que entraba un tanto renegada al teatro, porque desde el lunes anterior había intentado hacer una entrevista a Varona para el periódico para anunciar el concierto con algo más que la nota de prensa que nos facilita el teatro.  Pero, o bien no usé el cauce adecuado, o bien los artistas no tienen entre sus prioridades atender a las preguntas más que obvias y repetitivas de la prensa local del tipo "¿Con qué tema se quedaría de todos los de Sabina? ¿Hay alguna canción de Sabina que usted deteste?".

A la primera canción me olvidé de mi rebote. A la quinta o la sexta, ratifiqué lo que ya sabía. Que Antonio García de Diego canta mejor que Varona. Y que Mara Barros canta mejor que García de Diego y Varona juntos. El que quiera comprobar cómo lo hace podrá comprarse el disco que la enorme vocalista sacará en breve en solitario, ‘Por motivos personales’.

El caso es que con cada acorde de cada una de las guitarras y el teclado de los dos músicos, es fácil darse cuenta lo imprescindible que es tener un buen equipo para llegar a la élite y sostenerse. Un equipo que lleva 30 años respaldando a un artista, con un apoyo, un respeto y una confianza tal, que han podido rondar desde hace diez años con un espectáculo de él, pero sin él. O pero con él. Porque parece que  está. Lo tienen montado de tal forma que es como si un tal Joaquín pudiera salir de entre el público a cantar una de Sabina cuando los músicos piden voluntarios.

Varona llevaba una camiseta de Leonard Cohen al que dedicó una canción. Es un maestro de ceremonias de primera.  Muchos se dan cuenta en cada uno de esos conciertos que además de sabineros, son también ‘varoneros’.

Los artistas se quejaron del frío que hacía en Ponferrada, pero Varona llevaba manga corta. Bebieron unos brebajes entre tema y tema e intercalaron entre las versiones algunas de las imprescindibles.

Hacen más falta buenos músicos que encorsetados cantantes de concursos de talentos elevados a la cima en tiempo récord

Y en la parte final es cuando llega el momentazo del público. Un solo voluntario, un joven llamado Álvaro, se había inscrito para cantar. La banda le echó un cable para que ‘Por el bulevard de los sueños rotos’ sonora como debía. Y sólo después de que el valiente Álvaro rompió el hielo, desfilaron tres sabineros más, alguno de los cuales sorprendió al respetable y a los propios músicos.

Un simpático tipo llamado José Antonio subió como un sputnik en cuanto pidieron al segundo voluntario e interpretó mucho más que decentemente ‘¿Quién me ha robado el mes de abril?’  Se llevó el característico bombín sabinero con el que los músicos premian "en votación injusta y antidemocrática, al que mejor nos cae".

Tras el público, hacen un cierre colosal como los artistas de tablas saben. Sin hacer eso de que sí se van, si piden otra, si no se van, si vuelven. ‘Princesa’ levantó al público del teatro que saltaba para terminar un show de dos horas.

Al no ir el sábado, me quedé con las ganas de saber si repiten exactamente el mismo repertorio, si repiten chistes, si comieron botillo o si visitaron el castillo de Ponferrada. Si los voluntarios del sábado cantaban mejor que los del viernes, aunque me han dicho que un pequeño sabinero dejó a alguno con la boca abierta.  

Noches Sabineras metieron en el Bergidum más de 1.000 personas en dos días.  Dijeron que esperaban volver "aquí o aquí cerca con Joaquín" en la gira del próximo disco que sacará el de Úbeda en un par de meses. El de Úbeda y su banda. Porque yo no sé si Noches Sabineras pretende ser  una reivindicación de las bandas o no. Lo sabría si Pancho Varona hubiera respondido a mi entrevista. Pero yo creo que aún no siendo esto lo que se pretende con este espectáculo,  sí lo es.

Y me alegra, porque hacen falta buenas bandas, buenos músicos, buenas vocalistas. Hace falta de esto, mucho más de la falta que hacen los cantantes encorsetados  salidos de concursos de talentos  elevados a la cima de la montaña rusa en tiempo récord para dejarles caer sin posibilidad de paracaídas en otro tiempo más récord aún.

Concluyo sugiriendo a quien pueda que vaya a disfrutar de la Noche Sabinera el próximo fin de semana en Valladolid y al que se le escape esta, tiene un poco más lejos, en Cartagena otra oportunidad en febrero. Que luego paran hasta el año que viene.  

Y ya también de paso, les sugiero a los Reyes que me sigan regalando muchas  entradas para conciertos... que los jerséis ya me los compraré yo en las rebajas.
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