Rescates extremos

El Greim se entrena en la montaña leonesa en espeleosocorro

Isabel Herrera
24/05/2015
 Actualizado a 15/09/2019
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Lo del jueves fue sólo un simulacro, pero los supuestos pueden hacerse realidad en cualquier momento y hay que estar preparados. Efectivos de la unidad de montaña de la Guardia Civil del Área de Cangas de Onís –que comprende a la Sección de Rescate e Intervención en Montaña (Sereim) de Cangas de Onís y a los Greim de Mieres, Sabero, Potes y Trives– simulaban un rescate en el Horno de Retuerta, en las Cuevas de Viñayo (Carrocera). Un espeleólogo habría resultado accidentado a 62 metros de profundidad, tiene una pierna fracturada y no puede salir por sus propios medios. La boca de la cavidad da pocas pistas de lo que va a encontrarse uno dentro. Disponen de una topográfica que les permite hacerse una idea del desarrollo de la cueva. Así, de primeras, hay un descenso de unos ocho metros. A partir de ahí la cavidad discurre en horizontal con alguna que otra estrechez, aunque afirman que no presenta grandes complicaciones. Pero la víctima se encuentra todavía a más profundidad y exige salvar un importante desnivel en vertical.

Dentro de la cavidad hay en torno a 15 personas divididas en tres equipos, cada una responsable de otros tantos tramos Desde que en el interior han empezado a mover la camilla, es decir, desde que llegaron al herido, lo inmovilizaron en la camilla y e iniciaron el rescate propiamente dicho, hasta que ésta ha salido al exterior ha pasado una hora y media. Antes habían realizado el trabajo de instalación y de socorro, los anclajes por los que se mueven los rescatadores y por los que se traslada la camilla, siempre con la seguridad como objetivo principal. Dentro de la cavidad hay entorno a una quincena de personas divididas en tres equipos, cada una responsable de otros tantos tramos en los que se ha dividido en recorrido. Fuera, el alferez al mando está en permanente comunicación con sus compañeros a través del Nikola. Cada equipo tiene uno. Asimismo lleva el registro de tiempos. A las once y media de la mañana habían empezado a entrar los equipos con una diferencia de quince minutos entre unos y otros para no estorbarse en los trabajos de instalación.

Dentro de la tierra las condiciones de trabajo no son las mismas que en el exterior. Hay una humedad alta, una temperatura de diez grados y luz, la que les proporciona el frontal, no más. Pero insisten una vez más, no es una cueva muy fría ni muy húmeda ni muy complicada. Las conocen mucho peores.

Ahí abajo es importante saber trabajar en equipo, al fin y al cabo, la seguridad de uno depende del trabajo de otro. En estas circunstancias es imposible ‘escaquearse’, cada cual tiene una labor que desarrollar y es un trabajo en cadena y en conjunto. La víctima es uno de ellos, hay que entrenarse con una persona de carne y hueso en la camilla para hacer el supuesto lo más real posible.

¿Rescates reales? Reconocen que la espeleología es una actividad que se desarrolla de forma muy organizada y en las que los accidentes son bastante poco frecuentes. Suele ser gente preparada. No obstante, cada dos años se suele dar algún rescate complicado.

Se produce un siniestro y se activa la alarma. Cada situación guarda sus peculiaridades, pero lo normal, explica el alférez en la boca de la cueva sin perder de vista el Nikola por si sus compañeros necesitan alguna cosa, es que los compañeros del accidentado –es una actividad que se practica en grupo– salgan en busca de socorro y den cuenta de las condiciones en las que está el herido, de cómo es la cueva y demás detalles. A partir de ahí se empieza a montar el operativo.

También se puede dar el caso de que el grupo entero se encuentre con que no puede salir a la superficie. Lo habitual, explican, es que cuando alguien va a entrar en una cueva deje dicho a alguien dónde va y a qué hora tiene previsto salir. Si no es así la alarma acaba saltando y se pone en marcha el dispositivo de búsqueda.
Metodología de trabajo

Los rescates que realiza el Greim de la Guardia Civil en espeleología son los más difíciles de su trabajo ya que mover, por ejemplo, una camilla desde 400 metros hasta la superficie puede llevar más de 40 horas y movilizar a más de 70 personas.

Se trata de rescates muy complejos que exigen una gran coordinación e intendencia. Recientemente, los jefes de cada unidad han realizado un curso de cordinación de rescates de espeleo.

El rescate realizado esta semana en las Cuevas de Viñayo comenzó alrededor de las once y terminó a las cuatro de la tarde Como rutina, es necesario registrar cuántas personas entran en la cavidad formando grupos de actuación de unas ocho personas, las horas a las que entra cada grupo y las horas a las que salen. Asimismo, se debe valorar, en cada situación, la posibilidad o necesidad de que entre o no un médico en cueva. Un equipo de especialistas instala un medio de comunicación para tener en contacto permanente el interior con el exterior. Se forman también equipos para llevar agua y provisiones a los grupos que trabajan en la cavidad y se evalúan las capacidades físicas y mentales de la gente que va a entrar en cueva. Cada equipo posee un jefe de equipo y tiene una misión ecomendada, mover la camilla de un tramo de cueva hasta otro haciédose valer de pasamanos, tirolinas, gateras, pasacamillas...

Recuerdan como uno de los últimos rescates más complejos en los que han tenido que intervenir el del Húngaro en Torca del Cerro en junio de 2005 en el que intervinieron medio centenar de personas con una duración media del rescate de 40 horas.

Los agentes del Greim realizan continuas prácticas sobre las formas de progresión en cuevas, tipos de anclajes, formas de autosocorro, movimientos de camilla, microvoladuras, lectura de topografías o coordinación y colaboración con otras administraciones con cuerpos de espeleosocorro, entre otras, para estar listos para intervenir cuando se produzca el suceso, es decir, cuando uno menos se lo espera.
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