Raquel Gago: "El momento en el que encuentro el bolso en mi coche ha sido un ‘flash’"

Gago relata con aplomo y dirigiéndose al jurado su versión de los hechos en un interrogatorio de poco más de dos horas

Isabel Herrera
21/01/2016
 Actualizado a 19/09/2019
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No hay pruebas directas de su participación en el crimen de Isabel Carrasco, dijo la Audiencia Provincial de León cuando decidió dejarla en libertad condicional, pero está acusada de asesinato en concurso ideal con un delito de atentado a la autoridad y de un delito de tenencia ilícita de armas. Raquel Gago, que desde el pasado martes se sienta como acusada en el juicio por el asesinato de la expresidenta de la Diputación provincial y del PP leonés, era interrogada ayer a lo largo de poco más de dos horas.
Siempre se ha mostrado como una mujer tímida, callada, reservada, pero ayer, ante el micrófono, se expresó con claridad, con aplomo, con seguridad; lo que no quita que estuviera cargada de nervios, pues los papeles que sostuvo entre las manos para aportar más precisión a su relato no dejaron de temblar un solo segundo.

Para la jornada de su interrogatorio optó por un modelo menos oscuro. Discreto, como es ella. Se acercó a la silla cargada con su botella de agua y una carpeta azul de la que fue sacando una serie de anotaciones con las que dar veracidad a su relato.

No sé por qué no lo hice (contar que había visto dos veces a Triana esa tarde), no se lo puedo explicar, fue mi reacciónFue directa, clara y se dirigió en varias ocasiones al jurado popular sabedora de que será éste el que determine su culpabilidad o no. Insistió en su deseo de aclarar ciertos puntos como las llamadas entre las acusadas o el informe de posicionamientos que le atribuye seguimientos a Carrasco a los once miembros del jurado que le escucharon con suma atención y visiblemente interesados. No titubeó y tan sólo en un breve instante se derrumbó cuando afirmó, en medio del interrogatorio del fiscal, que no tenía vida desde que sucedió "todo esto".

En este momento, Triana, que no le quitó el ojo de encima durante todo el tiempo que duró el interrogatorio, también cambia el gesto.

Gago se prestó a contestar las cuestiones planteadas por todas las partes. Comenzó el Ministerio Público, cuyo representante, Emilio Fernández, actuó más como acusación particular que pública. Fue incisivo, excesivamente desconfiado e incluso descortés en algún momento.

Aseguró que no entendía el ‘bloqueo’ argumentado por Raquel Gago para ocultar a todo el mundo que había estado con Triana y su madre el día de autos. "No sé por qué lo hice, no se lo puedo explicar, fue mi reacción", explicaba Gago con un tono cada vez más desesperado. "No me lo quería creer. El momento en el que encuentro el bolso en mi coche es un ‘flash’".

Al ver el bolso en el coche empecé a decir que eso no tenía que estar ahí, que yo se lo había dejado a TrianaRaquel sostiene que se enteró de la noticia, del asesinato de Montserrat, por una llamada que recibió de su compañero Eduardo, policía local, cuando llegaba al curso de restauración al que asistía en Trobajo del Cerecedo: "Me dice que han matado a Isabel Carrasco, y que Triana y su madre están allí porque han podido ser ellas. Yo le dijo que qué me está contando, no me lo puedo creer. Para mí eso era imposible".

Tampoco entiende el representante del Ministerio Público cómo no miró si Triana le había dejado algo en el coche cuando conoció lo sucedido. "Porque yo no vi que metiera nada en mi coche", repitió una y otra vez la interrogada.

Una a una fue contestando a todas las preguntas de las partes demostrando un minucioso conocimiento de todo lo que se recoge en el sumario, al que aludió una y otra vez aseverando tener conocimiento de varias de las declaraciones de otros testigos que pasarán por sala por lo que ha leído en el mismo.

Cuenta lo que hizo aquel día, que fue a tomar café (un té) a casa de Triana y que habían quedado en hablar más tarde, cuando ella saliera del taller de restauración, para ver si se veían, pues Gago había acordado llamar a su amiga Lorena para tomar algo. Salió de casa de su amiga sobre las cuatro y media y, a última hora, asegura, decidió pasar por una tienda de manualidades de la calle Sampiro a comprar una pintura. La tienda estaba cerrada y dice que estuvo haciendo tiempo, lo que no convenció mucho a las acusaciones que no entendían que tras pasar tres cuartos de hora allí al final se fuera sin volver a comprobar si la tienda había abierto ya.

La llamada de 17 segundos

Además de hacer tiempo con llamadas y limpieza de papeles del coche estuvo cerca de media hora con Julio, un controlador de la ORA que según dijo, mirando sus apuntes, tenía que estar con ella cuando recibió la llamada de 17 segundos que "según dicen me hizo Triana", "dije, ‘¿sí?’, y nadie contestó, así que corté, o eso creía", y añadió: "Si yo hubiera hablado durante 17 segundos, Julio se hubiera dado cuenta, le puedo decir –le dijo al fiscal– un padrenuestro en 17 segundos".

Raquel reconoció que conocía el odio que Triana y Montse (así se refería a la madre) sentían hacia Carrasco, pero que nunca le dijeron nada de matarla. "A Carrasco la conocía de vista, nunca hablé con ella". Cuando Carlos Rivera, el abogado de la acusación de la pareja de Carrasco le pregunta por qué tarda tanto Triana en exculparla, «un año», Raquel contesta: «Ella dice que su encuentro conmigo fue casual, yo creo que eso es exculparme».
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