Ramón Cañas: "Se intenta que en la plaza del Grano viva gente y que no sólo haya zonas de beber"

Entrevista al arquitecto encargado del proyecto de la mejora y adecuación de la plaza del Grano de León

Alfonso Martínez
12/02/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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Es el arquitecto que se ha encargado de diseñar el proyecto para mejorar y adecuar la plaza del Grano a través de unas obras que han estado marcadas por la polémica durante toda esta semana. Ramón Cañas detalla su proyecto en esta entrevista y defiende que es necesario dar estabilidad a una plaza que ahora mismo es un "batiburrillo".

– Defiende por activa y por pasiva que la intervención que ha diseñado es similar a la que se llevó a cabo a finales de la década de los 90...
– Conviene hacer un repaso cronológico sobre la plaza de la Grano, sobre su pasado inmediato y sobre cómo llega al día de hoy. La primera recuperación de la plaza nace en el año 1986. Los hermanos Torices elaboraron un proyecto para una plaza en la que había zonas de bolo y zonas perdidas. He contactado con los artífices de aquella obra, con los hermanos Seoane y con los hermanos Pardo, que representaban entonces la avanzadilla en lo que a restauración se refiere. Quería saber cómo se había ido haciendo. Se trajo bolo de la ribera del Torío, porque había zonas en las que estaba desaparecido. Se reorganizaron de nuevo las espinas y las pendientes de la plaza a través de dibujos y fotos antiguas. En algunas se ve que no había árboles, pero hoy en día ya forman parte de esta plaza. El lema del concurso era ‘Todo fluye para que nada cambie’. Nunca será la misma plaza la que veamos hoy que la que podamos ver mañana. Si elimináramos los árboles, sería un shock, porque cambiaría la fisonomía de la plaza. Estamos acostumbrados a verla con un fondo verde y se verían más los edificios modernos que se hicieron ya sin soportales. Esa plaza se reinterpretó y se volvió a reorganizar.

– ¿Y desde entonces?
– Ha ido sufriendo erosiones. Las bases de la plaza son muy malas. Hay quien cree que fue una zona lacustre en la época de la romanización. Era una hondonada y al hacer las excavaciones arqueológicas se ha visto que hay suelos que no son los típicos de León, que son de grijo y arcilla. Ahí son suelos limosos y muy negros hasta profundidades importantes, incluso por debajo de los pavimentos que llegarían casi a la época medieval. Hay una estructura que se ha ido conformando como un echadizo. En las catas se ha descubierto que había zonas con cascote y otras en las que la plaza se fue asentando como se pudo en ese momento. Eso a lo largo del tiempo ha tenido dos problemas. Por un lado está la accesibilidad, porque en ese momento las aceras no se tocaron y rodeaban el 70% del perímetro. Ahora se va a completar para que hasta los pasos más estrechos cumplan las condiciones de accesibilidad para los habitantes. Lo que se intenta es que en esta plaza viva gente, que no se convierta en una cosa terciaria sólo para poner las zonas de beber y demás. Eso exige que haya una habilitación.

– ¿Qué otros problemas hay?
– A mayores de todo ello, la progresiva modernización de servicios hizo que cada uno que se instalaba fuera trazándose por donde convenía en cada momento. Por eso se ven zanjas con bandas hormigonadas. Algunas van a estar ahora ocupadas por aceras y otras no, pero atraviesan toda la plaza. Lo que vemos ahora es por tanto un batiburrillo y una especie de amalgama, en la que actuar mediante parcheos no satisfaría a nadie, porque a nada que se hiciese surgiría la realidad. Sería una chapuza. En el concurso se planteaba qué hacer con la plaza del Grano. Me seleccionaron porque trataba de que la plaza perdiera su esencia en la menor medida posible, es decir, hacer las mínimas intervenciones para dotarla de una accesibilidad necesaria sin perder el núcleo general, que es el empedrado. Se decidió por tanto que la actuación más acertada sería redefinir la actuación de los años 90. A nada que haya un pequeño embalsamiento de agua, el terreno se reblandece y se va sumiendo cada vez más. Por eso es necesario hacer una revisión de los firmes que tiene la plaza. Ni siquiera se conocía el dato arqueológico de que hay otro empedrado debajo.

– ¿Cuándo se ha detectado?
– Cuando se han hecho las catas en la zona de la Piconera y en la parte inferior de la plaza. Este empedrado está a unos 40 centímetros de profundidad respecto al nivel actual. Sale un pavimento de bolo que los arqueólogos entienden que es coherente con el que sale en la parte superior a 1,4 metros de profundidad. Se calcula que puede ser del siglo XVI, porque luego debajo ya no ha aparecido más hasta los niveles de los enterramientos y algunas cerámicas medievales. El palacio es del siglo XVII y ya tiene que tener una rasante nueva, porque si no quedaría colgado un metro por encima del piso. Entonces el barranco sería más abrupto y la plaza sería prácticamente plana. No tendría las caídas actuales hacia la iglesia del Mercado. Los niveles de la plaza han ido recreciendo. Supongo que por cuestiones de saneamiento de aquella época. Cuando había unas malas bases, se iba montando suelo sobre suelo.

– Las obras han comenzado estos días por las calles Capilla y Mercado...
– Es simplemente una renovación de sus calzadas. Hasta ahora predominaba el hormigón en un pavimento de los años 20 que se utilizó en muchas ciudades y es el que tenía todo el casco antiguo cuando se repavimentó en aquella época. Estas calles tienen saltos entre la calle y las aceras, que son pequeñitas. Se va a hacer un único piso con una marca de rodadura para los vehículos y unas zonas de acera con enlosado de piedra que van a tener continuidad a las que habrá alrededor de la plaza. La parte central un adoquinado hincado sobre una masa de hormigón. Estas calles llevarán solera de hormigón por debajo, algo que es necesario en las zonas con tránsito de vehículos. Otra cosa no hay, salvo que se quisiera estar rehaciendo cada dos por tres. El mismo enlosado de estas aceras se extenderá al perímetro de la plaza para que las personas mayores puedan rodearla por una superficie adecuada. El que quiera andar por el bolo también podrá hacerlo, porque mantener la imagen del núcleo es lo que siempre se ha pretendido.

– Se habla mucho también de la medida de las aceras...
– Se van a ir van adaptando a los emboques de las calles. En el concurso se fijó una anchura mínima de dos metros en toda la plaza. Al final se redujeron a un metro y medio por paralelismo con las vertientes. No tiene sentido hacer una orla, como si fuera un filete alrededor de la plaza. Las aceras van variando su anchura. En la puerta del centro de mayores tenían por la propia línea un ensanchamiento. En los emboques de las calles se abren para dar continuidad a las mismas, pero el porcentaje de espacio que se gana para las aceras es testimonial. Hay ya aceras de metro y medio, pero si la ves desde el otro lado parece que es de medio metro. Cuando se haga el núcleo de la plaza y esté todo enrasado las cosas van a quedar más mimetizadas y no serán tan evidentes como cuando se ven sobre un plano con colores distintos. Todo el material será pétreo, aunque con distinta textura, pero no va a tener un contraste tan grande como puede parecer en el plano.

– Esa tercera fase no tiene aún fecha concreta de ejecución...
– Lo deseable es que diera continuidad a las dos primeras, pero no depende de mí. La tercera fase se centra en la redefinición de las vertientes de la plaza, porque las raíces de los árboles y los hundimientos derivados de la humedad y las malas bases del suelo tienen una irregularidad que embalsa aún más agua en algunas zonas por la orografía de los canales de evacuación. Es necesario redefinir la rasante de la plaza con para colocar el empedrado con la misma idea de espinas y enlomado. No será regular del todo, porque en función de los paños y las zonas habrá bandas con ligeras diferencias que mantendrán ese espíritu de trabajo manual. Se trata de levantar el empedrado, quitar el cascote y el relleno de limos para meter zahorras seleccionadas, que son mezclas de tierras con gravas y piedrecilla que se compacta.

– ¿Nada de hormigón?
– No. Hormigón hay ahora en la zona de rodadura por la que se accede a los garajes. Lo hay también debajo la fuente, porque la movían los árboles. Se mantendrán si están en buen estado y si no habrá que rehacerlas. Pero en la generalidad de la plaza, que va a ser peatonal, se va a apostar por una bases más firmes para el mismo empedrado. El piso del siglo XVI tiene capas de mortero, que es un hormigón de cal sobre las que luego estaba el bolo. En las zonas de rodadura habrá cal y áridos, siguiendo las bases encontradas en pavimentos pretéritos. En el resto se utilizará material granular filtrante y compacto para luego incluir un suelo mejorado sobre el que estabilizar la tierra y colocar el empedrado. Habrá un plan de semillado para que el verde salga en épocas de humedad como ocurre ahora.

– También ha habido críticas a la utilización de maquinaria pesada...
– Era para el picado de la solera. Se necesita maquinaria mediana o grande. La calle Mercado siempre se planteó para hacerlo desde Herreros, pero en la calle Capilla no hay espacio. Se fue por la zona de acera que se va a tener que levantar sí o sí porque está amorterada. Se puede hacer a pico, pala y carretillas, pero sería despilfarrar el dinero público en una zona que se va a rehacer. Hay veces que hace menos daño pasar dos veces con un camión grande que 20 veces con uno pequeño en un firme humedecido. Seguramente se convertiría en un bebedero de patos.

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