Prada a Tope: "Tenemos la misma filosofía de siempre"

José Luis Prada ha conseguido que en Japón se beba Xamprada y en Suiza Biermú

Mar Iglesias
23/07/2017
 Actualizado a 17/09/2019
El Palacio de Canedo es el exponente perfecto de la política empresarial de Prada a Tope.
El Palacio de Canedo es el exponente perfecto de la política empresarial de Prada a Tope.
No es una empresa al uso, porque su propietario, José Luis Prada, asegura que él mismo se ha salido de los cánones del empresario «habitual» para convertirse en otra cosa «alguien que ha seguido siempre una filosofía, que me gusta y que soy yo». Y lo es desde 1945, cuando nació en Cacabelos, un municipio berciano regado por el río Cúa, de 5.000 habitantes y desde el que siempre ha mirado por el balcón, manchándose las manos con la tierra, porque sabe que ahí está la riqueza.

Prada no habla de su filosofía. La resume en papeles de hemeroteca «porque desde hace cuarenta años sigue intacta» dice, sorprendido incluso por echar un ojo a sus entrevistas y ver como en 1975 decía lo que suscribe al dedillo hoy «quise ofrecer algo tradicional, en contraposición con la oferta de cosas muy vistosas y atractivas, pero que en el fondo no tenían nada ni se diferenciaban de nada». Y comenzó en el pueblo, con las cerezas en aguardiente «casi por generación espontánea», de lo que él era, dice. Ese año salieron al mercado 3.000 tarros y todos se vendieron.

Al año siguiente fueron 8.000 y comenzó a meterse en la cocina a asar pimientos para sumarlos a su producción «y, después, todo seguido», narra Prada.

Aprendió el concepto de lo propio, de no subirse a modas ni dejarse arrastrar por la demanda y se quedó en la paciencia para tener éxito. Y esas tres bazas le hicieron grande. Ellas, y el protagonismo de sí mismo, porque Prada firmaba sus etiquetas con su rostro y con su conocida frase que algunos creen que le apellida «a tope».
Su letra marca lo que es cada producto y ahí es donde presume del mimo que le pone en cada uno de ellos, que hoy se han extendido incluso al sector de los artículos de regalo.

Prada firma vinos, desde el godelloblanco, del que suelen salir entre 10.000 y más de 20.000 botellas, según la añada; su Biermú, un vermouth al que traslada el nombre de Bierzo, el maceración, un vino por el que nadie apostaba y que cumple 26 años dejando pequeña la producción de 25.000 botellas; el Xamprada, un espumoso para brindar, del que salen entre 25.000 y 28.000 botellas; el tinto mencía, con 4.000 botellas…

Fuera del vino, Prada pone nombre a las cerezas, con las que empezó, al pimiento asado, a los higos ‘zoupeiros’ (en vinagre) a las castañas en almíbar…Y hace unos años se ha metido también en la gama estética, con cremas realizadas con mencía o jabones elaborados con los productos de la tierra. Reconoce que no es el fuerte de la casa «pero también aporta» y sirven para promocionar más el proyecto Prada.

El Palacio de Canedo en sí mismo es ese proyecto de Prada, en el que culmina todo lo que ha querido hacer y desde el que sigue creciendo. En él cada año son más las celebraciones familiares que se contratan. Por eso entre los proyectos de Prada está el de incrementar en tres las 14 habitaciones que oferta.

Pero, además, acaba de comprar unas fincas aledañas a sus viñedos «para que se vean bien», dice. Y, es que, entre su oferta turística ha encajado dos rutas de senderismo de poco recorrido que llevan a ver sus viñas, una al Picantal, a 700 metros de altura, desde donde la vista de los viñedos es un espectáculo en sí misma y otra alrededor de las viñas del propio Palacio.

Son proyectos que casi le van saliendo solos y que siguen sumando a esa filosofía matriz que no quiere perder y que le ha llevado a recorrer mundo diciendo ‘a tope’ en todos los idiomas.

Una Fundación con fundamento

Pero al lado del trabajo empresarial y de la compra y venta del producto berciano, Prada quiso abrir nuevas vetas relacionadas con sus principios.Así nació la Fundación Prada A Tope hace siete años, organización desde la que ha ido elaborando proyectos de lucha por la tierra.

En ella se enmarca el bosque berciano didáctico, un espacio de 85.000 metros cuadrados, donde se pueden ver 6.000 árboles naturales del Bierzo como encinas, fresnos, castaños, abedules, tejos...todos plantados por colegiales o colectivos, con la intención de preservar la diversidad de la comarca.

Prada defiende «plantar» en todas las facetas de la vida y critica la postura de los ecologistas«virtuales, que dicen mucho pero hacen poco.Hay que hacer cosas, plantar, para que nuestros hijos no tengan basura, que es lo que les estamos dejando», dice crítico. También desde la Fundación ha iniciado, hace nueve ediciones, un concurso para premiar a los proyectos de recuperación arquitectónica bercianos que quieran mantener el gusto y la tradición de las construcciones locales «hemos conseguido que las instituciones también se impliquen con ello y creo que es importante para que se cuiden los pueblos», dice.

Al lado de toda su actividad está la entrega del galardón anual llamado la Castaña de Oro, que también pretende premiar a los bercianos que han hecho patria desde sus ocupaciones, y también cada año convoca en una gran fiesta a todos sus amigos para dar la bienvenida al vino nuevo.


Cuarenta empleados y cuatro franquicias


Prada ha pasado de tener 28 empleados en 1989 a contar con una plantilla de 40 trabajadores fijos, a los que se suman, en las campañas de elaboración de productos (de septiembre a diciembre) unos 25 o 30 empleados más.Son cifras de las que se siente orgulloso y que le permiten mantenerse siempre en crecimiento, aunque reconoce que lo que ha bajado es el número de franquicias.

Sin embargo, apostilla que lo ha hecho «porque se desvirtuaba el espíritu, que es lo más importante», dice «la gente comenzaba a ganar dinero y se olvidaba del resto». Por eso se ha quedado con cuatro establecimientos: en Madrid,Santander, León y Bilbao. El resto, ha preferido manejarlo desde dentro, desde donde su nivel de exportaciones es muy importante «estoy orgulloso de que la limonada, un producto netamente delBierzo y de León, desde hace 15 años que comenzamos a hacerla con etiqueta, se esté consumiendo desde hace tres años enEstados Unidos».

Nueva York bebe su godello y Japón su Biermú. Zurich se vuelve loco con su Xamprada y Francia incluso «va entrando poco a poco en los vinos», que llegan a Méxicoo a Bruselas «nos dejamos querer», dice Prada «estamos potenciando al máximo la oferta de Canedo y vemos que funciona fuera».


Internet, sólo un 1 por ciento de las ventas

Pese a que su promoción fuera de las fronteras bercianas la abrieron las franquicias, que asegura que, aunque cumplieron su función, hoy prefiere replegar las naves sobre sí mismas y centralizar las ventas en Canedo, no es internet un aliado, por ahora. «Las ventas serán un 1% del total. Nos supondrá entre 7.000 y 8.000 euros al año, poco más», dice.Porque, asegura que sus productos «son pesados y caros para transportar», por lo que lo mejor es cogerlos desde casa «aunque en un futuro ya veremos», dice el empresario.

El Palacio, en la pedanía deCanedo «es el epicentro de una oferta cualificada de la región.Vende filosofía, estética y eso no es vender por vender, es vender un espejo que es la región», dice Prada, que no se marca más metas que continuar caminando «mi meta es el infinito de la Aquiana. Somos buenos pero no adivinos, pero trataremos de seguir complementando esa filosofía que me gusta», dice.

En el futuro cercano, aplaude que las heladas que golpearon al agro berciano no tocaran a sus viñedos «y tenemos una cosecha excepcional que estamos mimando para que no le pase nada». Prada sabe que ese mimo es lo que consigue que sus productos sean diferentes «y de calidad», apostilla. Entre ellos, dice que está estudiando el que será clave «envasar la chispa, el optimismo y la ilusión a tope».
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