07/01/2018
 Actualizado a 13/09/2019
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El INE acaba de publicar los datos de la población de nuestra provincia de hace exactamente un año y los números son, una vez más, demoledores porque hemos perdido más de cinco mil habitantes. La cifra, que a lo mejor a uno de Murcia no le parecería tan dramática, lo es si se tiene en cuenta que a ella hay que añadir los fallecidos de todo el último año y si, además, se tiene en cuenta la visión diacrónica que nos proporciona saber lo que ha ocurrido en las dos últimas décadas. En realidad, las cifras son mucho peores porque a nadie se le escapa que las estadísticas se hacen con datos oficiales y en la provincia de León la diferencia entre la población de derecho y la de hecho es no solamente notable sino comprobable a simple vista. Para ello no hace falta más que darse algún paseo por cualquier pueblecito de León, pongamos un miércoles por la mañana, y mirar aquello a lo que en el mundo rural siempre se miró: de cuántas chimeneas sale humo. Y luego contrastar chimeneas con los datos del padrón, habida cuenta de que hoy, al contrario de lo que ocurría hasta hace cincuenta o sesenta años, vecino y habitante son palabras casi sinónimas. Por otra parte, los datos que se publican afectan al municipio en su conjunto, obviando que las cabezas de los mismos suelen concentrar la población mientras las pedanías la pierden hasta límites insospechados. A mí, que soy optimista por naturaleza, la batalla de la despoblación en la provincia de León me parece que está perdida. Me recuerda en gran manera a la situación que debió producirse en época plenomedieval, cuya documentación nos ofrece los nombres de cientos de despoblados cuyos territorios terminaron incorporándose a los de otros poblamientos que tuvieron más suerte. Cómo hemos llegado a la situación actual es algo que, aunque parezca mentira, probablemente no ha sido completamente estudiado y tal vez por eso no hemos sido capaces de frenar el problema. No sé si ha habido quien se ha hecho preguntas que a mí me parecen incomodas pero necesarias: ¿Interviene en la despoblación que sufrimos la idiosincrasia del leonés?¿Tuvo algo que ver en ella la plena y secular alfabetización de sus gentes?¿Ha sido precisamente la educación la que ha empujado a las gentes a salir y no volver?¿Nos hemos preocupado de actualizar el derecho consuetudinario de los pueblos a los nuevos tiempos y los posibles nuevos pobladores? ¿Beneficia a alguien la despoblación? ¿Por qué no ha interesado la silvicultura, por ejemplo, en territorios con bosques espectaculares sin aprovechamiento ninguno?¿Qué papel ha jugado la construcción de pantanos en ella? Las instituciones provinciales y autonómicas no han demostrado nunca interés en atajar el problema. Falta visión global y a largo plazo. Desconcierta apoyar una cosa y su contraria. Sobran las pegas y negativas a quienes manifiestan quedarse en su entorno. De esto nuestro Ful sabe un rato. Y pronto lo vamos a comprobar con el futuro de la Escuela de FP ‘Virgen del Buen Suceso’ de La Robla.
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