P.I.S.A.

El informe Pisa no es el mejor modo de evaluar la calidad del sistema educativo de un país, pero es el método que hemos elegido y por tanto debiera ser tenido en cuenta. La comunidad autónoma en la que estamos integrados ha salido, por lo general, bien valorada tanto en el contexto nacional como en el europeo, lo que no debe hacernos caer en la complacencia y olvidar por ello que estamos aún muy lejos de alcanzar el nivel de excelencia que siempre debiera ser nuestro objetivo. Hay razones para sentirse satisfechos, en especial en lo que se refiere a la implicación del profesorado en la consecución de estos resultados, que suple con su esfuerzo y tesón la falta de medios cada día más notable en colegios e institutos. El sistema en nada ayuda a la formación y avance de nuestros jóvenes. En ningún caso se incentiva la diferenciación en el aula si no que se da prevalencia a la mediocridad estandarizada. Poco o nada se hace por el que se queda atrás, pero menos aún se ayuda y apoya a quien claramente es sobresaliente. Llama la atención la práctica igual de los resultados obtenidos por los alumnos de colegios públicos y concertados, cuando la realidad de la selección social y geográfica en ambos sectores es claramente desigual, sin que ello suponga una diferencia estadísticamente significativa en lo obtenido finalmente. Este hecho parece reforzar la idea de que es mucho más importante la capacidad del profesorado que la calidad del sistema. Si además del profesorado consiguiéramos que todos los padres se sintieran concernidos por el proceso formativo y educacional de sus hijos, los resultados obtenidos serían mucho mejores. El día en que como padres aceptemos con la palabra, y especialmente con los actos, que la educación de nuestros hijos recae mayoritariamente en nosotros y no tanto en los maestros y profesores, quienes si deben ser nuestro principales aliados, estaremos dando pasos de gigante para conseguir un mejor nivel académico y educacional de las nuevas generaciones.