Pared para tontunas

08/12/2016
 Actualizado a 01/09/2019
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Fue ‘el otro teatro’, con el Emperador. De hecho comparten arquitecto, Javier Sanz, esplendores pasados y futuros más que inciertos.

El Trianón, que no es nombre menor pues si el Emperador suena rimbombante el Trianón es el palacio que Luis XVI le regaló a María Antonieta, que contaba el dueño que pensó en que llevara el nombre de la agasajada pero con el Cine Mari abierto el Teatro de María era demasiada carnaza para un pueblo guasón y, sin duda, algo cabroncete. Tampoco fue menor el gasto que hizo Octavio G. Canseco por los años 40 para ponerlo en pie:800.000 pesetas a las que, como ocurre en estos casos, hay que ponerles el apellido «de las de entonces».

Y aquel teatro guarda en su desván los recuerdos de miles de leoneses fieles de la sesión continua, de las pipas desde el gallinero, de los primeros amores furtivos en la última fila, de aplaudir a los ‘jichos’ cuando salían en pantalla a caballo... Las tardes de los domingos se escribían allí.

Hasta que un día, allá por los ochenta, cambiaron los gustos o las rentabilidades y el Trianón comenzó una larga andadura para buscar su lugar en el mundo, que no encuentra. Fue un Indiana Bill de fugaces éxitos iniciales, cerró, se asomó a Internet buscando comprador, sufrió un incendio extinguido a tiempo. Sus butacas acabaron en un Colegio Público leonés...

Y sus nobles paredes son pasto de tontunas y desprecios a quien un día nos hizo soñar con los salones por los que paseaba María Antonieta.
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