Nabucodonosor, Carlomagno y varios santos por Cabrera

La Danza de Nabucodonosor, su recuperación, es uno de los hitos tradicionales más celebrados de Cabrera, pero esta comarca también tuvo una importante riqueza en este campo y están documentadas otras danzas como la de Carlomagno, la de San Antonio, la de Santa Genoveva o la Guerra de Melilla

Iván M. Lobo / Fulgencio Fernández
27/07/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Los danzantes de Corporales, ellos representaban la famosa ‘Danza de Nabucodonosor’, recuperada con el tiempo
Los danzantes de Corporales, ellos representaban la famosa ‘Danza de Nabucodonosor’, recuperada con el tiempo
El primero de los capítulos de esta serie estuvo dedicado a dos de los grandes nombres de la música tradicional de Cabrera: Moisés Liébana y Domingo Losada y entre lo más destacado de su trabajo se citaba la recuperación en su pueblo, Corporales, de la Danza del Rey Nabucodonosor. El gaitero y musicólogo berciano Diego Bello, premio de Investigación Antonio Estévez 2016, nos recuerda que «Moisés Liébana fue contratado de joven como gaitero para realizar esta Danza del Rey Nabucodonosor que él nos contaba que le enseñaron sus mayores cantándole las melodías. Tras unos años se dejó de bailar y hace unas pocas décadas, otra vez de la mano de Moisés, se volvió a celebrar. En este y otros muchos casos el músico contratado era a la vez el encargado de dirigir junto a otros responsables la Danza». Esta danza se representaba el día de Pascua,  después se trasladó al Corpus y en los último años se representó el 15 de agosto, fiesta de Nuestra Señora; aunque también en días señalados, como la Fiesta de Cabrera 2011,  días antes de fallecer Moisés.  

Sin embargo, celebrando lo importante de esta recuperación, en Cabrera Alta, habría que señalar que riqueza de Cabrera Baja en este campo fue evidente y muy importante. Conservamos un viejo escrito de Concha Casado, de los años 90, dedicado a este asunto y que no podríamos precisar si llegó a ver la luz en la vieja La Crónica de León, para la que la escribió, pero conservamos el original escrito en su histórica máquina. En él la fallecida etnógrafa incidía en esta riqueza: «Es realmente singular la pervivencia en varios pueblos de Cabrera Baja de antiguas danzas de paloteo que, además, iban acompañadas de representaciones dramáticas, unas veces de temas religiosos y otras de temas profanos». Y enumera Casado algunas de ellas o las que había podido documentar: «Además de la más conocida Danza del Rey Nabucodonosor, recuperada bajo la dirección y los recuerdos de Moisés Liébana y otros vecinos, habría que hablar cuando menos de la Danza del glorioso San Antonio de Padua, de Santa Eulalia de Cabrera;  la Danza de Santa Genoveva, de Nogar;la Danza de la guerra de Melilla, en varios pueblos de la comarca pero fundamentalmente en Nogar o la Danza de Carlomagno, en La Baña.

Recordaba  ‘doña Concha’ algunas fechas que nos dan idea de la pervivencia de las mismas. Así se conservan imágenes y carteles de la los danzantes de Santa Eulalia de Cabrera hasta los últimos años de la década de los 40 del pasado siglo; de la Danza de la guerra de Melilla, que pese a ser una representación profana se solía hacer el día del Corpus, escribía que «fue copiada por Antonio Madero en 1922, de otro manuscrito anterior que, a su vez, había ‘copiado al pie de la letra’ Leoncio Clemente en el año 1909»; mientras que sobre la Danza de Carlomagno escribe Luis Díaz de Viana en el libro ‘En buena  compañía. Estudios en honor de Luciano García Lorenzo’: «En la localidad leonesa de La Baña, se representó por última vez, el día del Corpus Christi —y después de algunos años sin realizarse— la llamada Danza de Carlomagno. (...) Los encargados de efectuarla en los pueblos de esta comarca de Cabrera eran integrantes de una Cofradía, la del Santísimo Sacramento de Robledo de Losada. Precisamente allí la investigadora del CSIC Concha Casado  encontró un manuscrito de aquella época, con el texto anotado que se representaba hasta entonces, y pudo recoger alguna otra información interesante de vecinos de la zona sobre el ritual». Una de ellas, muy curiosa, es que la indumentaria de los personajes era: calzón blanco de lino, media de lana blanca con dibujos y botas de cuero. «La única diferencia entre la indumentaria de los moros y los cristianos se reducía a la forma de colocarse la banda de lino».

Añade que los versos del texto se cantaban todos con la misma melodía, simple, como las de los cantares de ciego. Se representaba dos veces el día del Corpus, por la mañana para los pastores que marchaban al monte, y por la tarde para el pueblo.    

La Danza de Santa Eulalia (el 13 de junio, fiesta de San Antonio de Padua)  se representaba por la tarde,  contando la vida y milagros del santo, con diez personajes: ocho danzantes, más la Dama y el Gracioso (además del músico, que animaba los paloteados con su gaita de fuelle). «Está escrita en versos romanceados, que se habían publicado en pliegos de cordel y, probablemente, el autor de estos textos de Santa Eulalia de Cabrera se basaría en alguno de ellos, adaptándolo a una representación popular».   Y recoge Casado en su artículo ‘Danzas de paloteo en Cabrera Baja’ el manuscrito que le cedió Antonio Carreras, vecino de Santa Eulalia.
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