Mucha cuerda y pocos brazos

25/07/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Guardar
Hoy no volverán a casa ni Raquel ni Lisardo ni Rosa. Tampoco lo hicieron ayer y no fue por un imprevisto que les hiciera retrasar su vuelta. Fue porque ya se levantaron con un ingreso programado al hospital, peculiar, porque ninguno de los tres está enfermo. Su neceser era una pancarta y su maleta una mesa con un ordenador. Con ese breve equipaje se desplegaron en el hall del centro, en silencio. Hablando desde los lemas escritos. Llegaron a las 9 de la mañana sin hora de salida. A ellos se suman otros más y se restan otros menos, porque han decidido tomar medidas sin pensar en cuántos son. Tal vez poniendo en solfa eso de que la cuerda cede hacia el lado con más brazos a una, se han enfrentado a ella confiando en que la fuerza, aunque sea de menos, también sirve. Empiezan su camino por separado con la clara decisión de avanzar en contra de reinventar un sistema sanitario que consideran que se lanza, sin vértigo, del lado de lo privado. Se quejan y se quejan de otros que también se quejan, buscando el matiz que hace a las batallas gemelas diferentes. Los otros están politizados. El dictamen se sostiene a duras penas, porque todavía se está buscando al huevo o a la gallina que levanten la mano y digan yo fui el primero. La política mueve la batalla, y los conceptos de lucha se sustentan por sí mismos hasta que encuentran un encaje en otros... ¿o eso llega antes? Al final siempre queda un partido político, agrupación de electores, asamblea, o que la RAE sentencie.
Lo más leído