Más que patatas y castrones

24/11/2016
 Actualizado a 26/08/2019
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"En sacando las patatas y en matando los castrones, que nos toquen...» decía la vieja copla de nuestros pueblos de montaña en las semanas previas al invierno con la que se venía a significar que teniendo la despensa llena ya puede enviar la madre naturaleza los rigores que le de la gana, incluidas las grandes nevadas, que en los últimos años vienen con el entretenimiento añadido de que cuando ya nos creemos aislados del mundo por tierra , mar y aire –que decía el Nodo para explicar el despliegue de fuerzas en el desfile del 12 de octubre– siempre aparece una unidad móvil de cualquier televisión para que el lugareño de turno –con madreñas, el mono atado con una cuerda de paca y un gorro de lana calado hasta los ojos– le vuelva a decir lo mismo del año anterior: «Una nevada como ésta hace muchos años que no se veía». Ylo tienen tan asimilado que en una de estas visitas un joven de apenas 13 ó 14 años decía todo serio: «En el tiempo que yo recuerdo no había visto nada igual». Es decir, desde el año pasado.

Pero los tiempos cambian y ya con las patatas y los castrones no es suficiente para afrontar el largo invierno. El calor cotiza al alza. Y desde que el gas-oil de calefacción llegó a rondar el euro (el litro, sí)por más que el Nodo (ahora se llama de otra manera, pero es lo mismo)insista en que no deja de bajar lo de encender la calefacción todo el invierno es un placer prohibido, como aquel que decía Zapico que tenían los países nórdicos: «Huríes para los sabañones». Como te lo digo.

Así las cosas hemos vuelto la mirada hacia el monte y la vieja costumbre de las suertes de la leña, para la estufa o la cocina calefactora. Y los carros dejan su puesto al tractor comunal, como el de Javi el de Lois, con Pili y María de eficaces ayudantes.
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