Más abajo de nuestras miradas

15/02/2017
 Actualizado a 04/09/2019
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Luis Miguel Rabanal, poeta y omañés, militante de ambas condiciones, escribe en su biografía: «Desde finales de 1997, debido a la tetraplejia producida por un derrumbe doméstico o por un accidente de surf, ya no se acuerda, es usuario de una bonita silla de ruedas Breezy». Tira de ironía, como tantas veces, para no hurgar.

A mi amigo Alfredo Casas le gustó la coraza del poeta de Riello y se ha hecho una tarjeta en la que debajo de su nombre se puede leer: «Piloto probador de la Escudería Quickie». Y también dice que lo hace por «no hurgar en las heridas de la mala leche que nos produce comprobar el mal carácter que en general tenéis los enteros», que es la expresión con la que él evita hablar de «humanas, humanos y tropa en general».

– Pero existimos, estamos por ahí, generalmente un poco por debajo de donde miran vuestros ojos; remata.

Y añade una larga lista de preguntas que son reflexiones: «Nada más que se hace visible cualquier colectivo, del tipo que sea, llega el ideólogo de turno y lo incorpora a las listas de su candidato ¿cuántos crees que se han dirigido a los pilotos probadores de Breezy o Quickie?, pues no saben lo que se pierden, no te imaginas la cantidad de cosas que vemos los que vivimos por debajo de la altura de las miradas de los enteros, os podríamos documentar la otra realidad».

Su error es creer que la realidad interesa. Y menos «la otra».
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