Imagen Juan María García Campal

Machismo de peor a pésimo

31/05/2017
 Actualizado a 15/09/2019
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Soy consciente de que repetiré alguno, si no todos, los argumentos y sentimientos ya expuestos en textos anteriores. Pero tendría por cómplice, por rendición, mi silencio y nada más cobarde habría ante los nuevos asesinatos ―no se mueren, las asesinan, ¡ni una más!, ¡ni una menos!― de mujeres (tres este fin de semana) por supuestos hombres que no fueron más que viles machos, animales de sexo masculino, carentes de la mínima hombría de bien y ya no digamos de moral o raciocinio. Y les digo caguetas y carentes de bonhomía, porque hay que ser valiente, bondadoso y honrado –con uno mismo y con los demás, con las mujeres en este caso– muy hombre, para afrontar la propia vida, a solas con uno mismo y frente a ella, sus días y contraluces. En realidad no dejan de ser unos pusilánimes vanidosos y soberbios incapaces de afrontar su propio fracaso como hombres, como personas, individuos de la especie humana: seres racionales. Son monstruos, pero monstruos paupérrimos de espíritu, pues aún a pesar de estos malignos ejemplares de macho, la mayoría de las bestias estarían contentas de poder evolucionar hasta ‘homo sapiens’ y poder gozar de todos sus sentidos, potencias y conocimientos. Ceso aquí mi personal, individual desahogo.

¿Qué hacemos como sociedad al respecto? Nos lamentamos, lo condenamos de boca afuera –¿no habrá hecho algo que los explique?– cuando no, a breve tiempo, alimentamos la bestia con actitudes machistas aun sea bajo la apariencia de humor o cosificación de la mujer como objeto de uso sexual –lo erótico es recíproco, voluntario y compartido, machito, a ver si te enteras– delegamos en los poderes públicos. ¿Y qué hacen éstos, por ejemplo, el Gobierno de la nación? Pone tuits, convoca minutos de silencio y, como casi siempre, como en tantas cosas, conjuga verbos de esperanza, pero en futuro. Porque en presente, en realidad, cuando le proponen volver, como mínimo, a la financiación de 2010 –sí, sí, 2010– de las políticas de prevención de la violencia machista y fomento de la igualdad de oportunidades se rechaza la propuesta, es decir, tararí que te vi, que yo ya puse el tuit y pago –pagamos, les recuerdo– el 016.

Cuando se admitirá que el terrorismo machista, origen y causa de los feminicidios, es problema de Estado –¿he de volver a comparar el número de sus víctimas con las de ETA?–. No favorecer, no alcanzar el preciso acuerdo de Estado contra el machismo me parece una corrupción más, moral, pues permite que los feminicidios vayan de peor a pésimo.
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