Luciendo la postal

05/05/2017
 Actualizado a 14/09/2019
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Decía un viejo titular de una entrevista con un técnico que trabajaba en el cuidado del patrimonio provincial: «La Catedral es el cáncer de nuestro patrimonio».

Leído así es para pensar que la entrevista estaba hecha en un descanso de la procesión de Genarín. Viajando a la respuesta concreta todo tomaba otra dimensión: «La Catedral es la gran disculpa. Cuando hay un ambiente de queja por el abandono de nuestro patrimonio siempre sale un ministro, un consejero o quien sea y comunica, en solemne rueda de prensa, que se va a hacer un importante inversión en la Catedral de León».

Felicidad. Titulares a cinco columnas. Aplausos. Fotografías del lamentable estado de aquello que se va a restaurar. Y a otra cosa, mariposa, que decían los hippies.

Y mientras tanto, a esa misma hora, robaban unas históricas piedras del palacio de Renedo de Valdetuéjar, se hundía otro trozo de tejado en la Panera de Sandoval, crecían medio metro las ortigas que tapan los sueños de Marialba, ya no quedan ni restos de la torre defensiva de Canseco, la humedad come retablos por toda la provincia, los expoliadores buscan en el suelo de Lancia o Quintana del Marco... Pero la Catedral.

La Catedral es la que salva las estampas de la ciudad. Pero a su sombra se caen viejas paredes que dejan a la vista de todos las miserias de una vida que se hunde, como la casa, hasta que un grafitero la viste de arte.
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