Los retos del leonesismo

Pasaron de largo las épocas en las que el leonesismo disfrutaba de un incontestable apoyo social, en la calle y en las urnas. Grandes manifestaciones, importante representación en las instituciones y, sobre todo, la importancia de saber canalizar un sentimiento que es obvio que estuvo, está y seguirá estando en la sociedad leonesa: el de reivindicarlos valores históricos de la provincia leonesa, las particularidades de esta tierra y un trato sensible a ellas que no ha tenido nunca por parte de las administraciones. Sobre la justificación o no de ese sentimiento leonesista se puede debatir. Sobre la existencia de ese sentimiento, no. Sin embargo, el leonesismo no ha sabido canalizarlo a lo largo de los últimos años, no ha sido capaz de traducir en votos y, por lo tanto, en representación en las instituciones, ese espíritu reivindicativo que tan inestable resulta entre los leoneses. De ello tienen buena parte de la culpa que los grandes partidos han sabido aprovechar la oportunidad y han parasitado ese sentimiento, en muchas ocasiones con una carga de hipocresía más que importante, y sobre todo han tenido la culpa los desencuentros y la fragmentación de los partidos leonesistas. Decir Partido Autonomista Leonés y Unión del Pueblo Leonés suena a aquel Frente Judaico Popular y Frente Popular de Judea que inmortalizaron los Monty Python en ‘La vida de Brian’. Por eso, la noticia de que UPL y PAL vuelven a sentarse en la misma mesa, a hablar el mismo idioma (se supone que leonés, claro) es una vuelta al sentido común que nunca debió perderse y que nunca más debería volver a perderse si de verdad son capaces de superar las luchas de egos que llevaron a esta incompresible división.