Los hijos del ‘sillón ball’

14/10/2016
 Actualizado a 08/09/2019
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Cuando lo prestoso –por seguir la senda de Goyo Castañón– era llevar la contraria a todo lo que se le ocurría a las rancias instituciones de aquellos últimos «años de paz»también le creció su coletilla a un slogan que parecía apropiado:«Haz deporte que es muy sano» (no quiero completar los versos que seguían por no matar el consejo y ahondar en lo rancio y cutre de los tiempos).

Y ante la invasión del latiguillo oficial creció la práctica y los adeptos a aquello que se dio en llamar «el sillón ball»; en castellano, sentarse ante la televisión y ver aunque fueran los documentales de La 2 o la Carta de Ajuste que se ponía a las 10 de la noche hasta el día siguiente. El caso era llevarle la contraria al eslogan gubernamental.

Y en vez de practicar los deportes los veían, en el sillón, bien es cierto que eran tiempos en los que sólo había dos cadenas y, al margen de los partidos del glorioso Real Madrid de Gento y Puskas, los deportes se reducían a algún partido de baloncesto, del Real Madrid claro;los saltos de esquí del día de Año Nuevo; los combates de Pedro Carrasco y José Legra y cuando ‘Patascortas’ iba a pescar salmones al Narcea.

No me quiero imaginar a los fieles de la secta del sillón ball siguiendo el campeonato de Europa de Curling mientras aguantan a la media naranja diciendo aquello de «maldito que te da por barrer el suelo».
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