Lo que le faltaba al jamón, el asa

07/03/2017
 Actualizado a 29/08/2019
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La verdad, viendo a los del Guijuelo con la camiseta llena de lonchas de jamón –que casi daba gana de picar– a uno le bullían las intenciones de, por un día, repartir los amores entre la Cultural y los visitantes. Se te hace tan extraño ser enemigo de los derivados del cerdo después de una vida de permanente idilio. Lo pensaba en la grada y recordaba cuando mi amigo Miguelín el de Genicera fue al médico y éste le recomendó muy serio, mientras leía las extrañas cifras de los análisis: «Tienes que dejar el vino».

– No puedo, pídame lo que quiera, dejo lo que sea, pero el vino no; le contestó aún más serio que le había hablado el facultativo a él.

– No me puedo creer que estés tan enganchado que seas incapaz incluso de plantearte el dejar el vino.

– No es eso, no estoy enganchado, podría dejarlo... pero llevamos toda la vida juntos; le explicó con un argumento que aún tiene descolocado al médico.

Pues en esas estaba yo el domingo, me dolían un poco los goles de Benja. Y os confieso una cosa, menos mal que a los de la Cultu no les dio el domingo por saltar al campo con el esmoquin aquel que les diseñaron el año pasado porque entonces me hacía del Guijuelo a dolor.

Y si encima te traen el jamón con asa, yo creo que era el único defecto que le veía a los míos, andar todo el día abrazado a él para controlarlo.
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